Yenny y la Sopa Mágica



Era una soleada mañana en el barrio de Yenny. Con su delantal rosa y un gorro de chef que su abuela le había regalado, estaba lista para hacer su famosa sopa de verduras. Cada vez que cocinaba, se sentía como una chef famosa, y hoy no sería la excepción.

"¡Hoy voy a hacer la sopa más rica del mundo!" exclamó Yenny mientras se dirigía a la cocina, llena de energía.

Comenzó a picar zanahorias, cebollas y zapallos con gran entusiasmo. Sin embargo, mientras se distraía soñando con la portada de una revista de cocina, un pequeño trozo de zanahoria resbaló de su cuchillo y cayó al suelo.

"¡Oh, no!" gritó Yenny.

Al agacharse a recoger la zanahoria, se golpeó la rodilla contra la esquina de la mesa.

"¡Ay! Eso dolió..." se quejó, frotándose la rodilla.

Con un ojo lloroso pero decidido, volvió a levantarse y decidió que no dejaría que eso arruinara su día. Agarró la olla, la colocó en la estufa y, en su afán por preparar la sopa, se olvidó de apagar la calefacción.

Cuando por fin puso los ingredientes a cocinar, el aroma delicioso inundó la cocina. Pero, al ratito, se oyó un pequeño chirrido.

"¿Qué será eso?" se preguntó Yenny, mientras abría la tapa de la olla, sin saber que el vapor caliente había provocado un pequeño desastre. En un instante, un chorrito de agua hirviendo saltó al aire.

"¡Ay, ay, ay!" exclamó al ver que unas gotas le cayeron en la mano; su pequeño accidente la había tomado por sorpresa.

Yenny decidió que tenía que ser muy cuidadosa y que no podía rendirse. Se tomó un respiro largo, y recordó que siempre había querido inventar su propia receta. Así que, con un toque de creatividad, comenzó a añadir ingredientes especiales que encontró en la nevera: un poco de maíz, algunas especias y hasta un puñado de fideos que había sobrado de la semana pasada.

"Esta sopa va a ser mágica", pensó emocionada.

Cuando finalmente terminó, sirvió la sopa en un tazón y decidió invitar a su mejor amiga, Lola, a probarla.

"¡Lola! Ven a probar mi nueva sopa mágica!" gritó.

Lola llegó corriendo, con una sonrisa amplia en su rostro.

"¿Sopa mágica? ¿De verdad?" preguntó incrédula mientras tomaba una cucharada.

Ambas se miraron ansiosas mientras Lola probaba el primer bocado.

"¡Está riquísima!" afirmó después de un segundo, sorprendida por el sabor.

Esa afirmación llenó a Yenny de alegría. A pesar de las dificultades y los pequeños accidentes, había logrado hacer algo especial.

"Si alguna vez tienes un accidente, recuerda que siempre puedes inventar algo nuevo y mejor", le dijo Yenny con una sonrisa.

Y así, las amigas siguieron cocinando juntas, aprendiendo que la cocina es un lugar donde no solo se preparan platos deliciosos, sino también se forjan recuerdos inolvidables. Con cada cucharada, Yenny y Lola comprendieron que los pequeños contratiempos son parte del camino y que lo más importante es disfrutar del proceso.

"Prometamos siempre cocinar juntas", sugirió Yenny.

"¡Prometido!" contestó Lola, mientras se reían y disfrutaban de la sopa mágica que habían creado juntas. Y desde aquel día, nunca dejaron de experimentar en la cocina, aprendiendo que ahí también se encuentra la verdadera magia.

Así, Yenny y Lola continuaron cocinando, sabiendo que, aunque a veces los accidentes ocurren, siempre hay una nueva receta lista para ser descubierta.

FIN.

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