Yeyé construye el edificio más grande del mundo
En un colorido pueblo llamado Arcoíris, vivía Yeyé, una niña aventurera que siempre soñaba en grande. Desde pequeña, su imaginación no conocía límites y un día, mientras jugaba en el parque, decidió que quería construir el edificio más grande del mundo.
Con su cuaderno de dibujos en mano, se sentó bajo un árbol frondoso y comenzó a diseñar su construcción.
"¡Este edificio tendrá mil ventanas, una piscina en la azotea y un jardín en cada piso!" - exclamó Yeyé con una sonrisa en el rostro.
Yeyé no estaba sola. Con su fiel amigo Martín, un perro muy curioso, comenzaron a buscar ideas. Juntaron cajas de cartón, botellas vacías y cualquier material que pudieran reciclar.
"¡Vamos, Martín! ¡Es hora de construir!" - gritó Yeyé mientras Martín movía su cola emocionado.
Yeyé pensó que necesitaría ayuda de los demás niños del pueblo para que su sueño se convirtiera en realidad. Así que un día, se reunió con sus amigos.
"Chicos, quiero construir el edificio más grande del mundo y necesito que me ayuden." - les dijo con entusiasmo.
Los amigos, inspirados por la idea, estuvieron de acuerdo y se pusieron a trabajar. Todos aportaron algo: algunos traían pegamento, otros pintura, y otros más llevaban materiales que encontraban en sus casas.
Poco a poco, el edificio fue tomando forma; parecía que lo estaban construyendo de verdad. Pero un día, la lluvia comenzó a caer con fuerza, y el viento sopló fuerte.
"¡Oh no!" - gritó Yeyé al ver que su creación de cartón se estaba empapando.
"Pero no podemos rendirnos. ¡Debemos proteger nuestro edificio!" - dijo Martín, ladrando con determinación.
Rápidamente, todos los niños buscaron lonas y plásticos para cubrir su construcción improvisada. Aunque la lluvia no paraba, trabajaron juntos y lograron salvar el edificio de cartón.
Cuando finalmente paró de llover, Yeyé se sintió orgullosa de sus amigos.
"Lo hemos logrado, ¡gracias a todos por el apoyo!" - dijo, con lágrimas en los ojos de alegría.
Pero la historia no terminó ahí. Un día, el alcalde del pueblo se enteró de lo que estaban haciendo. Curioso, decidió visitar la obra. Al llegar, vio el gran edificio.
"¡Guau! ¡Qué impresionante!" - exclamó el alcalde.
"Gracias, señor alcalde. Estamos construyendo el edificio más grande del mundo con materiales reciclados" - explicó Yeyé.
El alcalde, emocionado por la creatividad de los niños, tuvo una idea.
"¿Por qué no lo hacemos real? Podríamos construir un edificio donde todos los niños puedan jugar, aprender y soñar. Podemos hacerlo con materiales reciclados y ayudar al medio ambiente. ¿Qué les parece?"
Todos los niños gritaron de alegría.
"¡Sí! ¡Sí! ¡Queremos hacerlo!" - respondieron al unísono.
Así fue como, con el apoyo del alcalde y el esfuerzo de todos, comenzaron a construir un verdadero edificio en el pueblo. Al poco tiempo, Arcoíris contaba con un espacio único donde los niños podían jugar, aprender y, sobre todo, soñar.
Yeyé había cumplido su sueño, pero lo más importante era que compartió esa felicidad con sus amigos y toda la comunidad. Cada vez que miraban al gran edificio, recordaban que con esfuerzo, colaboración y creatividad, ¡todo es posible!
Desde entonces, Arcoíris se convirtió en un lugar donde los sueños no tienen límites, y Yeyé aprendió que juntos podemos construir un mundo mejor.
FIN.