Yo, Hombre Perro
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Perrilandia, donde los perros y los humanos vivían en perfecta armonía. Allí, todos los días, los niños jugaban en el parque, mientras los perros corrían felices detrás de ellos. Entre estos niños estaba Mateo, un niño curioso y aventurero que siempre soñaba con tener un perro.
Un día, mientras paseaba por el parque, Mateo se encontró con un perro flaco y sucio que parecía triste.
"Hola, perrito. ¿Por qué estás solo?" - le preguntó Mateo, agachándose a su nivel.
"No tengo hogar. Me abandonaron en la calle y ahora no sé qué hacer" - respondió el perro con una voz suave, como si pudiera hablar.
Mateo sintió una gran pena por el perrito y decidió llevarlo a su casa.
"Te llamaré Lucas. Prometo que te cuidaré. ¡Ven!" - exclamó emocionado.
La madre de Mateo, al principio, se sorprendió por la llegada del nuevo amigo. Sin embargo, al ver la alegría de su hijo, aceptó que Lucas se quedara en casa. Día tras día, Mateo y Lucas se volvían inseparables. Juntos jugaban, corrían y, sobre todo, se hacían compañía.
Un extraño día, mientras jugaban en el parque, Mateo se dio cuenta de que algo mágico estaba sucediendo. Al cruzar a un lado del parque, una luz brillante iluminó el cielo. Era como si un portal se abriera. Sin pensarlo, Mateo y Lucas decidieron entrar por curiosidad.
Al atravesar el portal, se encontraron en un mundo maravilloso lleno de colores y criaturas fantásticas. Lucían un poco alterados, pero se sintieron emocionados.
"¿Dónde estamos, Mateo?" - preguntó Lucas, moviendo su cola.
"No lo sé, pero tiene que ser una aventura increíble" - respondió el niño, sintiéndose valiente.
De repente, un dragón diminuto apareció volando.
"¡Bienvenidos al Reino de las Mascotas!" - gritó el dragón con entusiasmo. "Aquí, todos los animales pueden hablar, y ustedes han sido elegidos para ayudarnos".
Mateo y Lucas se miraron confundidos,
"¿Ayudarlos? ¿De qué se trata?" - preguntó Mateo.
"Una malvada bruja quiere robar la felicidad de las mascotas y hacerlas tristes. Necesitamos su ayuda para encontrar el tesoro que la detendrá. Solo los más valientes pueden hacerlo" - explicó el dragón.
El niño y el perro se sintieron muy emocionados por la oportunidad y decidieron ayudar. Juntos enfrentaron varios retos: escalar montañas de nubes, cruzar ríos de chocolate y resolver acertijos de los ancianos búhos. En cada desafío, Mateo aprendió sobre la importancia de la amistad, la valentía, y cómo escuchar a los demás.
Finalmente, llegaron a una cueva oscura donde se guardaba el tesoro. Pero, para su sorpresa, se encontraron con la bruja.
"¿Quiénes son ustedes, y qué hacen aquí?" - preguntó la bruja con una voz temible.
Mateo respiró hondo y dijo:
"Queremos detenerte. No está bien hacer tristes a los demás. Todos merecen ser felices".
La bruja, sorprendida por la valentía de Mateo y el amor incondicional de Lucas, se detuvo a pensar.
"¿Y si les muestro algo?" - propuso la bruja.
Lucas se adelantó, mirando a la bruja con compasión.
"¿No quieres también ser feliz? Todos merecemos ser felices. Si nos ayudas, podrías sentir lo mismo" - dijo Lucas con su canto de perro, lleno de sinceridad.
La bruja sintió algo dentro de ella, algo que no había sentido en mucho tiempo. Con una lágrima en el ojo, decidió cambiar.
"Está bien. Prometo no hacer más mal. Quiero aprender a ser feliz de nuevo" - dijo la bruja, y con eso, la cueva se iluminó con luz mágica.
Mateo, Lucas, y ahora la bruja, encontraron el tesoro y, al abrirlo, este brilló como el sol. El dragón y los demás animales aparecieron para celebrar la victoria.
"¡Gracias, Mateo y Lucas! Ustedes nos han enseñado el verdadero valor de la amistad y la aceptación. ¡Vamos a celebrar!" - gritó el dragón, brindando con confeti de estrellas.
Después de un día lleno de alegría en el Reino de las Mascotas, Mateo y Lucas regresaron a su parque, sintiendo que su lazo era más fuerte que nunca. Desde ese día, nunca dejaron de pensar que en cada ser viviente hay un deseo de ser feliz.
Y así, en Perrilandia, se celebró el Día de la Amistad anual donde, tanto perros como humanos, aprendieron a hablar sobre sus sentimientos y a cuidar unos de otros.
Mateo y Lucas siempre recordarían que la verdadera magia reside en la bondad y el amor que compartimos con los demás. Y, por supuesto, también en las aventuras que crean amistades duraderas.
Fin.
FIN.