Yosselin y el monte mágico


Había una vez una niña llamada Yosselin, quien era muy aventurera y siempre estaba buscando nuevas emociones. Un día, decidió explorar un monte cercano a su casa en busca de tesoros escondidos.

Yosselin se adentró en el monte con mucha emoción, pero pronto se dio cuenta de que había perdido el rumbo. No sabía cómo regresar a casa y comenzó a sentir miedo.

Sin embargo, Yosselin recordó lo que su mamá le había dicho: "Si alguna vez te pierdes, mantén la calma y busca ayuda". Decidida a encontrar una solución, Yosselin empezó a caminar en dirección opuesta al sol para no perderse aún más.

Después de un rato, encontró un pequeño sendero y decidió seguirlo con la esperanza de encontrar alguien que pudiera ayudarla. Mientras caminaba por el sendero, escuchó risas provenientes de detrás de unos arbustos.

Curiosa como siempre, se acercó sigilosamente y descubrió a un grupo de animales jugando juntos: un conejito travieso llamado Benito, un zorrito astuto llamado Tito y una ardillita veloz llamada Rita. Al ver a Yosselin tan preocupada, los animalitos se acercaron amigablemente. —"Hola" , dijo Benito el conejito. "¿Estás perdida?""Sí", respondió Yosselin con tristeza.

"No sé cómo volver a casa". Tito el zorrito sonrió astutamente y dijo: "No te preocupes, ¡nosotros te ayudaremos! Conocemos este monte como la palma de nuestras patas". Y así, los animalitos se convirtieron en guías para Yosselin.

Caminaron juntos por el monte, saltando sobre troncos y esquivando arbustos. Los animales le enseñaron a Yosselin cómo reconocer las plantas venenosas y a encontrar agua fresca en riachuelos cercanos. Además, le mostraron cómo usar una brújula para orientarse.

Después de un largo recorrido, llegaron a un claro donde había una pequeña cabaña. Un señor mayor salió y les preguntó qué estaban haciendo allí.

Yosselin explicó que se había perdido y que estos amiguitos la habían ayudado a encontrar su camino de regreso. El señor mayor sonrió y dijo: "Has tenido mucha suerte de encontrarte con estos animales sabios y valientes". Acto seguido, invitó a todos a tomar una merienda en su cabaña.

Mientras compartían deliciosas galletitas caseras, el señor mayor le dio algunas recomendaciones importantes a Yosselin. Le recordó que siempre debía llevar consigo un mapa o una brújula cuando explorara lugares desconocidos, además de informarle previamente a sus padres sobre sus aventuras.

Con el corazón lleno de gratitud hacia sus nuevos amigos y conocimientos valiosos en su mente, Yosselin se despidió del señor mayor y los animalitos. Siguiendo las indicaciones del hombre sabio, logró llegar sana y salva hasta su casa.

Desde ese día, Yosselin aprendió que la aventura es emocionante pero también puede ser peligrosa si no se toman precauciones. Aprendió a valorar la importancia de la seguridad y siempre recordó agradecer a aquellos que le brindaron su ayuda desinteresada.

Yosselin nunca olvidó a sus amigos animales, quienes le enseñaron una valiosa lección de vida.

Siempre estuvo dispuesta a ayudar y ser amiga de todos los seres vivos en el monte, convirtiéndose así en una verdadera protectora de la naturaleza. Y así, Yosselin vivió muchas aventuras más, pero siempre con responsabilidad y respeto hacia la naturaleza y todos sus habitantes.

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