Yuna y Lupi en la Cancha Mágica
Era un día soleado en la ciudad, y la cancha gigante junto al lago era el lugar más animado de todos. Los niños jugaban al fútbol, sus risas resonaban en el aire, mientras que algunas familias estaban cerca del lago pescando. En el centro de toda esa diversión, dos perras juguetonas, Yuna y Lupi, observaban emocionadas.
-Yuna, ¿viste cuántos niños hay hoy? -dijo Lupi moviendo su cola rápidamente.
-Sí, y hay un montón de pelotas para jugar -respondió Yuna, con su mirada curiosa.
Las dos perras se miraron, y sin pensarlo dos veces, corrieron hacia el grupo de niños. Se unieron al juego, esquivando las pelotas que volaban por doquier.
-¡Vamos, Yuna! ¡Atrápala! -exclamó Lupi mientras saltaba con alegría.
-¡Soy más rápida que el viento! -contestó Yuna, mientras intentaba atrapar la pelota.
Los niños, al ver las travesuras de las perras, se comenzaron a reír, y más de uno se unió a la diversión, lanzando la pelota hacia ellas. Después de un buen rato jugando, uno de los niños propuso:
-¿Qué tal si hacemos una pausa y nos vamos a darnos un chapuzón al lago?
-¡Sí! -gritaron todos a la vez.
Las perras, intrigadas, miraron hacia el lago.
-Lupi, ¿te atreverías a entrar? -preguntó Yuna, mientras olfateaba el aire fresco.
-¡Claro! ¡Los mejores chapuzones son los que se hacen con amigos! -respondió Lupi emocionada.
Así que todos los niños, junto con Yuna y Lupi, se dirigieron al lago. Los chicos se zambulleron, riendo y chapoteando, mientras las perras se asomaron a la orilla.
-¡No se olviden de nosotras! -ladró Yuna.
-Yo prefiero esperar aquí… ¡Pero puedo buscar esas pelotas que caen al agua! -dijo Lupi.
De pronto, un niño gritó:
-¡Miren! ¡He atrapado un pez!
El niño levantó orgullosamente un pequeño pez plateado, y todos los niños lo miraron con admiración. Sin embargo, Yuna y Lupi se miraron preocupadas.
-Lupi, creo que ese pez necesita volver al agua -dijo Yuna.
-Sí, Yuna, ¡los peces deben estar en su hogar! -respondió Lupi.
Sin pensarlo, se acercaron rápidamente.
-¡Esperen! -ladró Yuna.
-¡Este pez necesita regresar al lago! -agregó Lupi.
Los niños miraron a las perras, y comprendieron lo que decían.
-¡Tienes razón, Yuna! -exclamó el niño que tenía el pez. -¡Debemos devolverlo al agua!
Y así, todos los niños se pusieron de acuerdo y, con cuidado, devolvieron al pez al lago. Este saltó felizmente y desapareció entre las burbujas.
-¡Lo hicimos! -gritaron todos, mientras Yuna y Lupi movían sus colas contentas.
Pero, de repente, una nube oscura apareció en el cielo.
-¡Uh-oh! -dijo Lupi. -Parece que se viene una tormenta.
-¡Rápido! Regresemos a la cancha antes de que empiece a llover -respondió Yuna.
Todos corrieron de regreso hacia la cancha, pero al llegar se dieron cuenta de que no había refugio.
-¿Qué vamos a hacer? -preguntó un niño asustado.
-Esperen -dijo Yuna, mientras empezaba a cavar en la arena.
-¿Qué haces? -preguntó Lupi, intrigada.
-¡Hagamos una fortaleza de arena! -exclamó Yuna.
Y así, al ver y seguir el ejemplo de Yuna, todos los niños comenzaron a construir un castillo de arena gigante.
-¡Vamos! ¡Más alto! -gritó Lupi.
A medida que crecía el castillo, las nubes comenzaron a soltar agua, pero todos estaban resguardados bajo su refugio improvisado.
-¡Lo logramos! -gritó uno de los niños, mientras los demás reían felices.
Yuna y Lupi, al ver que todos estaban a salvo, se sintieron orgullosas de haber ayudado.
-Esto se está volviendo muy divertido -dijo Yuna.
-¡Sí! Jugar bajo la lluvia es lo mejor -agregó Lupi.
Y así, entre risas, juegos y chapuzones, pasaron la tarde, disfrutando de cada momento, sin importar el clima. Al final, cuando el sol volvió a brillar, Yuna y Lupi supieron que habían vivido un día muy especial junto a sus nuevos amigos.
-¡Gracias por un día increíble! -dijo uno de los niños, acariciando sus cabezas.
-¡Siempre listos para una nueva aventura! -respondieron Yuna y Lupi a la vez, moviendo sus colas con alegría.
Y así, la cancha gigante junto al lago se convirtió en un lugar mágico, lleno de amistad, diversión y momentos inolvidables.
FIN.