Yunior en la Playa Aventura



Era un soleado día de verano, y Yunior estaba emocionado porque iba a pasar el día en la playa con su mejor amigo, Luca. Con su sombrero de rayas y su toalla roja, no podía esperar para zambullirse en el mar.

"¡Luca, apurate! El agua nos espera", decía Yunior mientras saltaba de un pie al otro.

"Ya voy, ya voy. Esperame que estoy buscando el bronceador", contestó Luca, revolviendo su mochila.

Una vez llegados a la playa, los chicos corrieron hacia el agua. Las olas rebotaban juguetonas, y juntos empezaron a chapotear. Pero de repente, Yunior notó algo extraño.

"Mirá Luca, ¡hay algo brillando en el fondo!", exclamó Yunior señalando hacia el mar.

Luca se acercó y dijo:

"Puede ser una concha o una estrella de mar. Vamos a ver qué es!"

Los dos amigos se sumergieron, y entre las burbujas, descubrieron un hermoso pececito dorado atrapado en una red de desechos.

"¡Pobre pececito! Hay que rescatarlo", dijo Yunior con una gran determinación.

"¿Cómo hacemos? La red es muy grande", reflexionó Luca.

"Pensé en algo. Debemos pedir ayuda. La gente que pasa puede tener un cuchillo o unas tijeras", sugirió Yunior.

Los amigos comenzaron a gritar:

"¡Hola! ¡Ayuda! ¡Hay un pececito atrapado!"

Poco a poco, algunos adultos cerca de ellos se acercaron a ver qué pasaba. Entre ellos, una mujer con una sombrilla colorida se presentó:

"Soy Sofía. ¿Qué ocurre, chicos?"

"Hay un pececito atrapado y no sabemos cómo ayudarlo", explicó Luca.

Sofía sonrió y les dijo:

"¡Claro! Voy a buscar unas tijeras. No se preocupen."

Mientras tanto, otros niños se unieron a la causa. Uno de ellos trajo una palita, otro corrió hacia la orilla a buscar ayuda de un salvavidas, y poco a poco la playa se volvía un gran equipo.

Después de un rato, Sofía regresó con las tijeras. Con mucho cuidado, empezaron a cortar la red que aprisionaba al pececito.

"¡Vamos, pequeño! ¡Estás a salvo!", alentó Yunior.

Finalmente, tras un arduo trabajo en equipo, el pececito fue liberado. Se quedó un momento en la superficie, como si estuviera agradeciendo, y después nadó rápidamente hacia lo profundo del mar.

"¡Lo hicimos! ¡Lo logramos!", gritaron todos.

Yunior y Luca, con el corazón lleno de alegría, se dieron un abrazo. El salvavidas, que también había visto la escena, se acercó y les dijo:

"Ustedes son unos héroes. Siempre es importante cuidar de nuestra fauna y ayudar a quienes lo necesitan."

Esa tarde, mientras el sol comenzaba a ponerse, los niños hicieron un círculo en la arena. Yunior, lleno de energía, propuso:

"¿Por qué no hacemos un cartel para recordar a todos que no deben dejar basura en la playa? Así, podemos ayudar a que los peces estén siempre a salvo."

Todos estuvieron de acuerdo, y juntos crearon un hermoso cartel con dibujos y palabras.

"Por favor, cuidemos el mar y a sus habitantes", decía el cartel.

A medida que el sol comenzaba a ocultarse, Yunior miró a su alrededor y vio a todos los niños colocando el cartel en un tronco de árbol.

"Wow, ¡esto se ve increíble!", exclamó.

"El pececito ya tiene grandes amigos gracias a nosotros. Cada uno de nosotros puede hacer una diferencia", agregó Luca.

Con el corazón lleno de orgullo, Yunior se dio cuenta de que pequeñas acciones pueden tener un gran impacto. Y así, todos los días de su vida prometieron ser defensores del mar y sus criaturas.

Y Yunior entendió que, aunque un pececito dorado había sido su motivación, la verdadera aventura había sido el trabajo en equipo y la amistad que demostraron ese día de verano. Cada verano que pasaron juntos, recordaron cómo un simple día en la playa se transformó en una aventura maravillosa y educativa, que enseñó la importancia de cuidar el mundo natural que los rodeaba.

Y así, cada vez que iba a la playa, Yunior sonreía y recordaba que todos podemos ser héroes si nos unimos por una buena causa.

FIN.

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