Yuria y el llamado de los elementos



Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Salta, Argentina, una niña llamada Yuria. Desde muy pequeña, Yuria mostraba un gran amor por sus raíces y por la tierra que la vio nacer.

Pasaba horas jugando en los campos, explorando los ríos y aprendiendo de las tradiciones ancestrales. Un día, mientras jugaba bajo el sol radiante del mediodía, el dios sol se fijó en ella y quedó impresionado por su amor incondicional hacia sus orígenes.

El dios sol decidió premiar a Yuria con un don especial: la capacidad de comunicarse con los elementos naturales.

Con el paso del tiempo, Yuria creció y se convirtió en una joven decidida a proteger y cuidar su amada Pachamama. Sin embargo, notó que la nueva generación parecía haber olvidado la importancia de sembrar y protegerla. Esto llenó su corazón de preocupación y decidió tomar acción.

Un día soleado, mientras caminaba cerca del río, escuchó una melodiosa voz proveniente de lo más alto del cielo. Era Selene, la diosa de la luna, quien había oído las preocupaciones de Yuria y decidió ayudarla en su misión.

"Yuria" , dijo Selene con dulzura,"he oído tus preocupaciones sobre nuestra querida Pachamama. Juntas podemos hacer algo al respecto". Y así comenzaron las aventuras de Yuria junto a las distintas diosas elementales para salvar a Pachamama.

La primera parada fue el mar donde conocieron a Marina, la diosa del mar y los océanos. Marina les contó sobre la importancia de cuidar los océanos y cómo el equilibrio marino afecta a toda la tierra.

"Tenemos que educar a las personas sobre la importancia de no arrojar basura en el mar", dijo Marina con voz preocupada. Después, Yuria y Selene volaron hacia el cielo donde conocieron a Estela, la diosa de las estrellas. Estela les explicó cómo las estrellas guían a los navegantes y representan la belleza del universo.

Juntas, idearon una forma de enseñar a los jóvenes sobre la importancia de mirar hacia arriba y apreciar la inmensidad del cosmos. La siguiente parada fue en una montaña cercana, donde encontraron a Rayo, el dios del trueno.

Rayo les habló sobre su poder para purificar el aire y cómo su energía es vital para mantener un ambiente limpio y saludable. "Si queremos proteger nuestra Pachamama", dijo Rayo con fuerza,"debemos cuidar nuestro hogar y evitar contaminarlo".

Y así, Yuria junto a sus nuevas amigas divinas viajaron por todo el país compartiendo su mensaje de amor por la naturaleza.

Organizaron talleres educativos en escuelas y comunidades, enseñando a los niños sobre sembrar árboles, reciclar, cuidar los ríos y respetar todas las formas de vida. Poco a poco, las nuevas generaciones comenzaron a entender la importancia de proteger su hogar natural.

Los campos volvieron a florecer, los ríos recuperaron su pureza y cada vez más personas se sumaban al movimiento para salvar Pachamama. Yuria, con su amor inquebrantable y el apoyo de las diosas elementales, logró inspirar a todos a volver a conectarse con sus raíces y cuidar la tierra que los vio nacer.

La Pachamama volvió a sonreír y Yuria supo que su misión había sido cumplida. Desde aquel día, su historia se convirtió en un legado que se transmitió de generación en generación, recordándonos siempre la importancia de amar y proteger nuestra querida Pachamama.

FIN.

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