Zapatos al vuelo


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Estudio, un grupo de estudiantes llamadas Ana, Laura y Sofía. Estas tres amigas eran muy aplicadas en sus estudios y siempre se esforzaban al máximo para obtener buenas calificaciones.

Un día, después de semanas de arduo estudio y preparación, las chicas finalmente terminaron sus exámenes parciales. Estaban agotadas pero también felices por haber logrado aprobar todas las materias.

"¡Por fin terminamos los parciales!", exclamó Ana mientras dejaba caer su mochila pesada al suelo. "Sí, estoy tan feliz", dijo Laura mientras se recostaba en el césped del patio de la escuela. "¡Lo hicimos! Ahora podemos relajarnos y disfrutar un poco", agregó Sofía con una sonrisa radiante en su rostro.

Las tres amigas decidieron celebrar su éxito con una tarde divertida en el parque cercano. Jugaron en los columpios, se balancearon en el tobogán y corrieron por todo el lugar riendo a carcajadas.

Estaban tan llenas de energía que parecían no cansarse nunca. Sin embargo, mientras jugaban alegremente, notaron algo extraño. En uno de los árboles del parque había colgada una misteriosa caja verde con una etiqueta que decía: "Abre solo si has aprobado tus exámenes".

Intrigadas por la caja misteriosa, las chicas se acercaron cautelosamente a ella. Decidieron abrirla juntas y descubrir qué había dentro. Al abrir la tapa, se encontraron con tres pares de zapatos mágicos. "¡Wow! ¿Zapatos mágicos?", exclamó Ana sorprendida.

"¿Qué creen que hagan estos zapatos?", preguntó Laura emocionada. Sin pensarlo dos veces, las chicas se pusieron los zapatos y de repente sintieron una ráfaga de energía recorrer todo su cuerpo.

Los zapatos les daban la habilidad de volar por el cielo como si fueran pájaros. Las estudiantes volaron por todo el pueblo, disfrutando del paisaje desde las alturas. Pasaron por encima de los árboles, saludaron a los vecinos y hasta hicieron acrobacias en el aire.

Las risas llenaban el cielo mientras dejaban atrás todas sus preocupaciones y responsabilidades escolares. De repente, mientras estaban en pleno vuelo, escucharon un grito desesperado proveniente del suelo.

Al bajar para investigar, vieron a un niño pequeño llamado Pedro llorando porque había perdido a su perro Max. Las chicas aterrizaron frente al niño y le preguntaron qué había pasado. Pedro les contó que Max se escapó durante su paseo matutino y no podía encontrarlo en ningún lado.

Estaba muy triste porque Max era su mejor amigo. Sofía tuvo una idea brillante: usarían sus zapatos mágicos para buscar a Max desde el aire.

Las chicas volaron nuevamente pero esta vez buscando pistas sobre dónde podría estar el perro perdido. Después de un rato sobrevolando Villa Estudio, Laura divisó algo familiar en un callejón oscuro: ¡era Max! El perro estaba asustado y no sabía cómo regresar a casa.

Las chicas aterrizaron rápidamente y llevaron a Max de vuelta con Pedro. El niño estaba tan feliz que no podía dejar de abrazar a su querido amigo animal. "¡Gracias, gracias!", exclamó Pedro emocionado mientras acariciaba a Max.

Las chicas sonrieron al ver la alegría en el rostro de Pedro y se dieron cuenta de lo maravilloso que era ayudar a los demás. Comprendieron que sus habilidades académicas eran importantes, pero también debían recordar siempre ser amables y solidarias con quienes las rodeaban.

Desde ese día, Ana, Laura y Sofía continuaron usando sus zapatos mágicos para volar por el cielo, pero ahora también lo hacían para ayudar a quienes necesitaban una mano amiga.

Aprendieron que el verdadero éxito no solo se encuentra en aprobar exámenes, sino también en hacer del mundo un lugar mejor. Y así, las estudiantes agotadas pero felices siguieron volando juntas por Villa Estudio, llevando alegría y esperanza dondequiera que fueran.

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