Zara, Kendi y el Sabio Tambo



En las vastas llanuras de la sabana africana, dos pequeños cachorros de león llamados Zara y Kendi exploraban cada rincón de su hogar. Un día, mientras corrían y jugaban, decidieron buscar a su amigo, el sabio elefante Tambo, quien siempre tenía historias maravillosas y lecciones valiosas que compartir.

"¡Vamos a buscar a Tambo!" dijo Zara con entusiasmo.

"Sí, siempre sabe qué hacer cuando tenemos dudas," agregó Kendi, moviendo su cola emocionado.

Después de un rato de andar, encontraron a Tambo bajo la sombra de un inmenso árbol baobab. El elefante, con su gran tamaño y su bondadosa sonrisa, los recibió con alegría.

"¡Hola, pequeños!" dijo Tambo. "¿Qué los trae por aquí?"

"Queremos aprender algo nuevo, Tambo. Hoy nos sentimos llenos de curiosidad," respondió Zara.

Tambo asintió y comenzó a contarles sobre la importancia del respeto y la amistad en la sabana.

"Verán, para vivir en armonía, es crucial entenderse y ayudarse unos a otros. La sabana es un hogar para muchos, y cada uno tiene un papel que desempeñar," les explicaba el sabio elefante.

Los cachorros lo escuchaban atentamente, pero también querían demostrarle su valentía. Por eso, Kendi dijo:

"¡Podemos ayudarlos a todos! Nos aventuraremos a la colina del viento, donde vive un grupo de cebras. Siempre parecen un poco asustadas. Tal vez necesiten un amigo como nosotros."

"¡Sí! ¡Es una gran idea!" exclamó Zara, imaginándose cómo las cebras podrían llegar a ser sus amigas.

Tambo frunció el ceño, preocupado.

"Tengan cuidado, pequeños. A veces, los animales son desconfiados con quienes no conocen. Es importante acercarse con respeto y amabilidad."

"Entendemos, Tambo," respondieron juntos, llenos de determinación.

Así que, sin dudarlo, los dos cachorros se pusieron en marcha hacia la colina del viento. Cuando llegaron, vieron a las cebras pastando, pero, al notar la presencia de los leones, se asustaron y corrieron en direcciones opuestas.

Kendi y Zara se miraron confundidos.

"¡Pero solo queríamos ser amigos!" lamentó Kendi.

"¿Qué haremos ahora?" preguntó Zara, sintiendo que su plan había fracasado.

Recordando las palabras de Tambo, Zara tomó una decisión:

"No debemos rendirnos. Si queremos ser amigos, debemos demostrar que no representamos un peligro. Vamos a regresar y hacer algo especial para ellas. ¿Qué tal si buscamos algo para ofrecerles?"

"¡Buena idea! Las cebras aman las fresas. Podemos ir a buscar algunas cerca del lago," propuso Kendi, emocionado.

Los cachorros corrieron hacia el lago y recogieron la mayor cantidad de fresas que pudieron. Con mucho cuidado y un poco de nervios, se acercaron de nuevo a la colina. Esta vez, decidieron dejar las fresas en un lugar visible y alejarse un poco, sentándose al costado, dejando que las cebras se acercaran por su cuenta.

Poco a poco, las cebras comenzaron a olfatear las fresas. Una, dos, tres comenzaron a acercarse, cautelosas pero intrigadas. Cuando se dieron cuenta de que no había peligro, comenzaron a comer las fresas y pronto todo el grupo se acercó. Zara y Kendi se miraron llenos de alegría.

"¡Funciona! Somos amigos..." susurró Zara.

"¡Lo logramos!" gritó Kendi.

Las cebras, al notar que ellos solo querían compartir algo rico, comenzaron a aproximarse y a curiosear. Fue entonces cuando una de las cebras se acercó y habló.

"Gracias por las fresas, son deliciosas. Soy Lila. ¿Ustedes son nuevos por aquí?"

"¡Sí! Somos de la manada de leones de la otra llanura. Solo queríamos ser amigos," respondió Kendi con una gran sonrisa.

Así entablando con las cebras una nueva amistad, Zara y Kendi aprendieron que demostrar amabilidad y tomar el tiempo para conocer a otros podía abrir puertas, incluso en el mundo salvaje. Regresaron a ver a Tambo a contarle todo.

"¡Lo hicimos, Tambo! Las cebras ahora son nuestras amigas," exclamó Zara.

"¡Y compartimos fresas!" agregó Kendi, salpicando de felicidad.

Tambo sonrió satisfecha, feliz de ver cómo sus lecciones sobre el respeto y la amistad habían dado frutos.

"Recuerden, mis pequeños amigos, que a veces, los mejores lazos se construyen con paciencia y bondad. Siempre hay una manera de conectar con los demás, solo hay que saber escuchar y compartir."

Zara y Kendi prometieron seguir aprendiendo y creciendo junto a sus nuevos amigos en la sabana, sabiendo que la amistad es uno de los tesoros más valiosos de todos.

FIN.

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