Zenitzu y el valor que vence el miedo


Había una vez un pequeño gatito llamado Zenitzu que vivía en un tranquilo pueblo rodeado de hermosos jardines y árboles frondosos. Pero había algo que lo diferenciaba de los demás gatos: tenía mucho miedo.

Zenitzu temía a todo lo desconocido. No se atrevía a explorar más allá de su hogar, por miedo a encontrarse con algo que pudiera lastimarlo. Incluso el sonido del viento le hacía saltar de susto.

Un día, mientras Zenitzu se escondía debajo de la cama, escuchó risas provenientes del jardín. Curioso, decidió asomarse para ver qué estaba pasando. Vio a sus vecinos jugando y divirtiéndose sin preocupaciones.

Zenitzu sintió una punzada de tristeza al darse cuenta de que él no podía disfrutar como los demás gatos debido a su miedo constante. Decidió que era hora de hacer algo al respecto. Con valentía, salió corriendo hacia el jardín y se acercó lentamente a sus vecinos.

Todos lo miraron sorprendidos pero le dieron la bienvenida con cariño. "¡Hola Zenitzu! ¿Qué te trae por aquí?"- preguntó Valentina, la gata más aventurera del pueblo.

Zenitzu titubeó un poco antes de responder: "Quiero aprender a perder el miedo y ser tan valiente como ustedes". Valentina sonrió y dijo: "Eso es maravilloso, Zenitzu. Te ayudaremos en tu camino hacia la valentía". Así comenzó la aventura de Zenitzu para perder el miedo.

Valentina y los demás gatos del pueblo lo llevaron a lugares que él nunca había explorado antes. Juntos, caminaron por el bosque, cruzaron ríos y subieron montañas.

En cada nuevo desafío, Zenitzu se sentía nervioso al principio, pero con el apoyo de sus amigos felinos, lograba superar su miedo y descubrir nuevas maravillas en el mundo. Un día, mientras exploraban una cueva oscura y misteriosa, Zenitzu escuchó un ruido extraño. Se escondió detrás de Valentina temblando de miedo. "No te preocupes, Zenitzu", dijo Valentina tranquilizándolo.

"Es solo un murciélago que está buscando comida". Zenitzu cerró los ojos y respiró profundamente. Decidió enfrentar su miedo una vez más. Abrió los ojos lentamente y vio al murciélago colgando del techo de la cueva.

Para sorpresa de todos, Zenitzu no salió corriendo ni se escondió. En cambio, se acercó al murciélago con curiosidad y le dijo: "Hola pequeño amigo ¿cómo estás?". El murciélago parpadeó sorprendido por las palabras amables de Zenitzu. Respondió: "¡Hola! Estoy bien, gracias".

Zenitzu sonrió orgulloso mientras sus amigos lo aplaudían emocionados. Había perdido finalmente su miedo a lo desconocido. Desde ese día en adelante, Zenitzu vivió muchas aventuras valientes junto a sus amigos.

Ya no temía a nada ni a nadie, y se convirtió en un ejemplo para todos los gatos del pueblo. La historia de Zenitzu nos enseña que el miedo es solo una barrera que nosotros mismos creamos.

Si tenemos el coraje suficiente para enfrentarlo, descubriremos un mundo lleno de posibilidades y aventuras emocionantes. Nunca debemos dejar que el miedo nos impida disfrutar de la vida al máximo.

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