Zig Zog y el Pasaporte Intergaláctico



En un hermoso planeta de colores brillantes llamado Zoglandia, vivía un pequeño extraterrestre llamado Zig Zog. Zig Zog era muy curioso y soñador. Su mayor anhelo era viajar por el universo y conocer otros planetas, pero había un problema: para hacer esto, necesitaba un pasaporte intergaláctico.

Un día, mientras caminaba por la colina más alta de Zoglandia, Zig Zog miró el cielo estrellado y pensó:

"¡Qué maravilla es el espacio! ¡Tengo que obtener ese pasaporte!"

.

Decidido a conseguirlo, Zig Zog decidió viajar a la Tierra y visitar la famosa NASA, donde se decía que hacían los pasaportes intergalácticos.

Con su mochila llena de herramientas y un mapa estelar, Zig Zog abordó su pequeño cohete Zog-1 y emprendió su viaje hacia la Tierra. Al aterrizar en un claro cerca de la base de la NASA, sintió una mezcla de emoción y nervios.

"¡Esto es increíble!", exclamó Zig Zog, mirando los enormes edificios.

Cuando se acercó a la entrada, se encontró con un guardia de seguridad llamado Tomás.

"¿Y vos quién sos, pequeño?" preguntó Tomás, con una sonrisa.

"Soy Zig Zog, vengo de Zoglandia y necesito un pasaporte intergaláctico para viajar por el universo", dijo entusiasmado.

Tomás se rió suavemente.

"Bueno, para eso tendrás que seguir unos pasos, pequeño amigo. Primero, tenés que demostrar que conocés las reglas del espacio. ¡Ven, te mostraré a la directora!"

Zig Zog siguió a Tomás hasta la oficina de la directora de la NASA, la doctora María Sánchez. Ella miró a Zig Zog con curiosidad y le dijo:

"Me alegra conocer a un visitante de otro planeta. Para obtener tu pasaporte, necesitarás cumplir con tres requisitos:

1. Hacer un dibujo de tu planeta y explicarlo.

2. Realizar un experimento sencillo sobre gravedad.

3. Contar un cuento sobre la amistad en el espacio."

Zig Zog estaba un poco asustado, pero decidió que podía hacerlo.

"¡Acepto el desafío!", exclamó con determinación.

El día pasó volando mientras Zig Zog cumplía sus tareas. Primero, tomó sus colores y dibujó un hermoso paisaje de Zoglandia, lleno de árboles de caramelo y ríos de limonada.

"Este es mi hogar, un lugar lleno de dulzura y alegría", explicó a la doctora María.

Luego, tuvo que realizar un experimento de gravedad. Zig Zog nunca había visto gravitón en acción, así que Tomás lo ayudó a hacer una pequeña demostración con pelotas de diferentes tamaños. Mientras ambas pelotas caían al suelo, Zig Zog se reía.

"¡Esto es fascinante!"

Finalmente, Zig Zog se sentó en un rincón con un grupo de niños que habían venido a visitar la NASA y comenzó a contarles un cuento.

"Había una vez un starfish llamado Estrellita que soñaba con volar por el cielo. Un día, un búho sabio le dijo que la amistad podía llevarla a los más altos cielos..."

Los niños escuchaban con atención mientras Zig Zog relataba cómo Estrellita logró volar con la ayuda de sus amigos.

Después de completar todas las actividades, la doctora María sonrió ampliamente.

"Has hecho un gran trabajo, Zig Zog. Ahora, solo te falta un pequeño detalle... hacer una promesa sobre cómo usarás tu pasaporte intergaláctico."

Zig Zog pensó por un momento y respondió:

"Prometo viajar con respeto y aprender de cada lugar que visite. Compartiré la alegría de Zoglandia con todos mis nuevos amigos."

La doctora María aplaudió.

"¡Perfecto! Aquí tienes tu pasaporte intergaláctico, Zig Zog. ¡Ahora puedes explorar el universo!"

Zig Zog saltó de alegría.

"¡Gracias! ¡No puedo esperar a contarles a todos en Zoglandia sobre esta experiencia!"

Con su nuevo pasaporte en mano, Zig Zog regresó a su cohete y, mientras se despegaba, miró hacia la Tierra desde el espacio.

"¡Hasta pronto, amigos! ¡Nos vemos en el universo!"

Así, Zig Zog inició su aventura intergaláctica, llevando consigo el mensaje de la curiosidad, la amistad y el respeto por los diferentes mundos que conocería. Y cada vez que alguien le preguntaba sobre su viaje, Zig Zog iluminaba los rostros de los que escuchaban con historias de maravillas y amistades a través de las estrellas.

FIN.

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