Zoe y la nave mágica



Había una vez una niña llamada Zoe que, cada noche, soñaba con viajar por el espacio en una nave espacial. Su mayor deseo era explorar planetas desconocidos y descubrir nuevas especies alienígenas.

Pero como era muy pequeña para ser astronauta, decidió construir su propia nave espacial con cajas de cartón y muchos colores brillantes. Un día, mientras jugaba en su habitación, Zoe encontró un peluche olvidado en un rincón.

Era una jirafa de peluche que tenía desde que era bebé. Decidió llevarla como copiloto de su nave espacial y la llamó Rafi. "¡Rafi, vamos a tener las aventuras más increíbles en el espacio!", exclamó Zoe emocionada.

Zoe subió a su nave espacial improvisada y se sentó junto a Rafi. Cerraron los ojos y cuando los abrieron nuevamente, se encontraban flotando en medio del universo. La primera parada fue el planeta Colorido. Allí, todo estaba cubierto de árboles multicolores y flores brillantes.

Zoe y Rafi se adentraron en la selva para explorar. - ¡Mira Rafi! ¡Hay mariposas gigantes de todos los colores! - gritó emocionada Zoe.

Las mariposas les mostraron el camino hacia un misterioso lago donde nadaban peces luminosos que dejaban estelas doradas detrás de ellos al moverse. Después de disfrutar del planeta Colorido, continuaron su viaje hacia el planeta Musical. Al llegar allí, escucharon sonidos melodiosos provenientes de todas partes. - ¡Rafi, podemos formar una banda espacial! - sugirió Zoe.

Juntos, tocaron instrumentos alienígenas y crearon una música tan hermosa que los habitantes del planeta se unieron a ellos en un gran concierto intergaláctico. El siguiente destino fue el planeta Saltarín.

Al poner un pie en su superficie, descubrieron que la gravedad era diferente y podían saltar muy alto. - ¡Esto es increíble, Rafi! ¡Podemos volar sin necesidad de naves espaciales! - exclamó Zoe mientras daba saltos gigantes. Saltaron tan alto que llegaron hasta las nubes del planeta.

Allí conocieron a unos seres esponjosos llamados Nubecitos que les enseñaron cómo hacer figuras con las nubes. Después de tantas aventuras emocionantes, Zoe y Rafi decidieron regresar a casa.

Cerraron los ojos y cuando los abrieron nuevamente, estaban de vuelta en su habitación. - Fue la mejor aventura de todas, Rafi. Me encantaría volver a explorar el espacio contigo alguna vez más - susurró Zoe mientras abrazaba cariñosamente a su muñeco de peluche.

Desde ese día, Zoe supo que siempre podría viajar por el espacio en su imaginación junto a su fiel compañero Rafi.

Aprendió que la aventura está en todas partes si uno sabe dónde buscarla y que no hace falta ser astronauta para explorar mundos desconocidos. Y así, cada noche antes de dormir, Zoe cerraba los ojos y emprendía nuevas travesías junto a Rafi en su nave espacial de cartón, descubriendo mundos llenos de color, música y diversión.

FIN.

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