Zombie en el Colegio de Pelotas



En un pequeño pueblo, había una escuela muy especial: el Colegio de Pelotas. Sus alumnos no eran chicos comunes, ¡eran todos pelotas de fútbol! Cada día tenían nuevas aventuras en su cancha mágica, donde tenían que aprender a ser buenos jugadores y, sobre todo, buenos amigos.

Un día, el colegio se preparaba para el gran campeonato intercolegial. Todos estaban entusiasmados, excepto una pelota que estaba sola en un rincón del patio. Su nombre era Zombi, y no porque estuviera muerto, sino porque era la pelota más vieja y desgastada del colegio. Nadie la quería utilizar en los juegos, ya que estaba un poco desinflada y tenía unos parches que la hacían ver diferente.

"¡No te preocupes Zombi!", dijo Hola, la pelota azul brillante. "Siempre puedes unirte a nosotros y jugar. Aquí todos somos amigos."

"Pero soy muy vieja y no puedo correr rápido como ustedes...", respondió Zombi con una voz triste.

"Eso no importa! Aquí lo que importa es la diversión y el trabajo en equipo", dijo Fútbol, una de las pelotas más hábiles del equipo.

Atraídos por la alegría de sus amigos, Zombi decidió unirse a las prácticas del equipo. Al principio, fue un poco difícil, pero ¡fue algo increíble! Zombi, aunque no podía hacer los mismos trucos que las demás, tenía un talento oculto: podía ir a lugares donde las otras pelotas no podían, con su forma particular. Se deslizó por terrenos difíciles y pasó por debajo de obstáculos, ayudando a su equipo a descubrir nuevas estrategias de juego.

Con cada práctica, Zombi se sentía más animada, y sus amigos se dieron cuenta de lo valiosa que era. Sin embargo, en la semana del campeonato, algo inesperado ocurrió: la pelota brillante Fútbol se lastimó.

"¡No!", exclamó Hola. "¡El campeonato es dentro de dos días! ¿Quién nos ayudará ahora?".

"Yo puedo hacerlo", dijo Zombi con una chispa de emoción. "Sé un par de trucos nuevos que pueden ayudarnos a ganar esta vez".

Todos los amigos la miraron sorprendidos. "¿Estás segura?", preguntó Fútbol, más preocupado que nunca. "Por supuesto", respondió Zombi con determinación. "Te prometo que haré lo mejor que pueda".

El día del campeonato llegó. El Colegio de Pelotas compitió con muchas otras escuelas y, aunque Zombi estaba nerviosa, la emoción de jugar con sus amigos la llenó de coraje. Con cada tiro y cada pase, demostró sus habilidades únicas. Zombi rodó por el campo y sorprendió a todos con su actitud positiva y su increíble sentido de juego en equipo, llevando a sus amigos a la victoria.

Al final del partido, el colegio ganó el campeonato, y todos celebraron con alegría.

"¡No podemos creerlo! ¡Zombi, fuiste increíble!", gritó Hola mientras todos la abrazaban.

"Eras lo que necesitábamos para ganar", dijo Fútbol con una sonrisa. Zombi ya no se sentía aislada; se dio cuenta que su valor no venía de su apariencia, sino de su corazón y el amor que tenía por sus amigos.

Los días pasaron y Zombi se convirtió en una de las pelotas más queridas del colegio. Todos aprendieron que ser diferente no significaba ser menos, y que cada uno tiene un papel especial que jugar en el equipo. En el Colegio de Pelotas, la verdadera victoria fue la amistad y el trabajo en equipo que aprendieron juntos.

Y así, el Colegio de Pelotas continuó jugando y creando nuevas historias de amor y amistad, donde cada día, las diferencias eran celebradas y la inclusión era la regla más importante del juego.

FIN.

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