Zondito y el tesoro de la amistad
Había una vez en la hermosa provincia de Mendoza, un pequeño zonda llamado Zondito. A diferencia de los demás zondas, Zondito era inquieto y aventurero, siempre buscaba nuevas emociones y explorar lugares desconocidos.
Un día soleado, mientras jugaba con sus amigos en el cielo azul, Zondito sintió una brisa diferente. Era una brisa fresca que venía desde la montaña y lo llamaba a descubrir algo nuevo.
Sin pensarlo dos veces, decidió seguir esa brisa y comenzó su nueva aventura. Zondito voló rápidamente hacia la montaña, donde encontró un hermoso valle lleno de árboles frutales y viñedos. Pero lo más sorprendente era que este valle estaba habitado por animales muy especiales: los cuyitos saltarines.
Los cuyitos eran pequeños roedores que vivían en cuevas subterráneas y se dedicaban a cuidar los cultivos del valle. Eran trabajadores incansables y siempre estaban dispuestos a ayudar a los demás.
Zondito quedó maravillado con estos simpáticos animalitos y decidió acercarse para conocerlos mejor. Al llegar al valle, fue recibido por Cuyín, el líder de los cuyitos. "¡Bienvenido, Zondito! Nos alegra mucho recibirte en nuestro hogar", dijo Cuyín con entusiasmo. "Gracias por recibirme tan amablemente", respondió Zondito emocionado.
"He venido a buscar nuevas aventuras y aprender cosas nuevas". Cuyín sonrió y le mostró a Zondito cómo trabajaban los cuyitos para cuidar los cultivos. Le enseñó a plantar semillas, regar las plantas y recolectar la fruta madura.
Zondito estaba fascinado con todo lo que aprendía y se dio cuenta de lo importante que era el trabajo en equipo. Pasaron los días y Zondito se convirtió en un miembro más de la comunidad de cuyitos.
Juntos, realizaron grandes proyectos para mejorar el valle y ayudaron a otros animales que necesitaban su apoyo. Un día, mientras exploraban una cueva misteriosa, Zondito encontró un mapa antiguo que mostraba un tesoro escondido en una montaña lejana.
Sin pensarlo dos veces, decidió emprender otra aventura junto a sus amigos cuyitos. Durante el viaje, enfrentaron desafíos y superaron obstáculos juntos.
El camino no fue fácil, pero gracias al espíritu valiente de Zondito y la ayuda de sus amigos, lograron llegar a la montaña donde encontraron el tesoro: un cofre lleno de conocimiento y sabiduría. "Este tesoro es muy especial", dijo Cuyín emocionado. "Representa todo lo que hemos aprendido durante nuestras aventuras".
Zondito comprendió entonces que la verdadera riqueza no está en cosas materiales, sino en las experiencias vividas y las amistades construidas. Agradecido por todas las enseñanzas recibidas, decidió regresar al valle junto a sus amigos cuyitos para compartir su tesoro con todos los habitantes del lugar.
Desde aquel día, Zonda, nueva aventura, Mendoza se convirtió en una leyenda que inspiraba a los niños y niñas a descubrir el mundo, aprender de nuevas culturas y valorar la amistad.
Y así, Zondito y los cuyitos vivieron muchas más aventuras, siempre dispuestos a enfrentar nuevos desafíos y transmitir su sabiduría a las futuras generaciones.
FIN.