Zorac y la Aventura de los Niños Perdidos



En un lugar mágico, donde los montes se perdían en nubes y los ríos susurraban secretos, vivía un dragón llamado Zorac. No era un dragón cualquiera; él era el protector de los niños perdidos. Cada vez que un niño desaparecía, Zorac comenzaba su búsqueda junto a su mejor amiga, una valiente niña llamada Luna.

Un día, mientras volaban sobre un bosque espeso, Zorac notó algo inusual. "¡Mirá, Luna! Hay luces extrañas saliendo de esa cueva. Puede que haya un niño allí," dijo Zorac con su voz profunda y dulce.

"Vamos a investigar!" respondió Luna emocionada. Decidieron descender lentamente hasta la entrada de la cueva. Cuando se acercaron, oyeron un llanto suave. Zorac, con su gran corazón, se sentía triste. "Escuchá, Luna, ¡hay un niño perdido aquí dentro! Debemos ayudarlo."

Sin pensarlo dos veces, entraron juntos. Dentro de la cueva se encontraron con un pequeño niño, de ojos llorosos y una mirada asustada. "¡Hola! No temas, somos amigos. Soy Zorac y ella es Luna. ¿Cómo te llamás?" preguntó el dragón con ternura.

"Me llamo Tito. No sé cómo llegué aquí...¡Estoy asustado!" dijo el niño entre sollozos.

"No te preocupes, Tito. Vamos a sacarte de aquí," le prometió Luna. Pero antes de que pudieran proceder, un grupo de malvados ladrones apareció. Su líder, un tipo alto con una mirada sombría, expresó: "¡Esos son nuestros prisioneros! Nos los llevaremos."

Luna y Zorac se miraron, decididos a actuar. "No podemos dejar que se los lleven!" exclamó Luna. Zorac asintió y se preparó para la batalla. Con un fuerte batir de alas, lanzó una ráfaga de aire que hizo tambalear a los ladrones.

"¡Esto no se quedará así!" gritó el líder. "Ya verán, no saldrán con vida de esta cueva!"

Pero Luna no tenía miedo. En vez de eso, empezó a pensar en cómo podrían ayudar a Tito y a otros niños. "Zorac, tal vez, podríamos atraer su atención. Mientras ellos nos persigan, Tito puede escapar por la otra salida."

Zorac, aunque temía por la seguridad de Luna, sabía que su plan podría funcionar. Así que accedió: "Está bien. Vamos a darles una lección. ¡Súbete a mi espalda!"

Con un rugido y un destello de luz, Zorac alzó el vuelo justo sobre las cabezas de los ladrones, mientras Luna gritaba: "¡Atrapame si puedes!"

Los ladrones, al ver a Zorac y Luna volar ágilmente, se lanzaron tras ellos, dejando a Tito atónito.

Mientras tanto, Tito recordó algo importante. Uno de los ladrones dejó caer un mapa mientras corría. ¡Un mapa que podría guiarlos a otros niños! Con mucho coraje, Tito se animó y recogió el mapa. "¡Chicos, encontré algo! ¡Este mapa nos puede ayudar a liberar a más niños!"

Zorac, que volaba en círculos sobre la cueva, escuchó a Tito y propuso: "Perfecto, pero primero necesitamos sacarlos de en medio de nuestro camino. Vamos a crear una distracción."

Entonces, Zorac comenzó a lanzar pequeñas bolas de fuego al aire, iluminando el cielo. "¡Miren qué hermoso espectáculo! ¡Síganme!"

Los ladrones, deslumbrados por el show, se distrajeron totalmente. Con ese momento justo, Luna y Tito corrieron hacia la salida trasera. "¡Vamos, rápido! Todo depende de nosotros!" gritó Luna.

Al llegar al exterior, Tito miró hacia Zorac, que aún estaba en combate. "¿Podemos ayudarlo?"

"¡Sí!" dijo Luna. "Si distraemos a los ladrones, Zorac tendrá la oportunidad de deshacerse de ellos."

Tito con su pequeño corazón lleno de valentía, miró a Luna y asintió: "¡Hagámoslo!"

Y así, salieron de la cueva y empezaron a gritar y correr en círculos. "¡Miren, miren! ¡Acá estamos! ¡Los perdidos!"

Los ladrones, confundidos, se giraron hacia el ruido, y Zorac vio su oportunidad. Con un poderoso grito, se lanzó hacia ellos, que quedaron atónitos.

Finalmente, con un giro y un soplo de su aliento, Zorac los desarmó y los llevó a un lugar donde no pudieran seguir haciendo daño. "¡Nunca más se atrevan a robar niños!" rugió con alegría.

Cuando todo terminó, Zorac se acercó a Tito y Luna, llenando el aire con su energía mágica. "¡Gracias por su valentía! Hemos salvado a Tito y ahora podemos ayudar a otros niños con el mapa."

Juntos, el trío se embarcó en una nueva aventura, utilizando el mapa para seguir el rastro de otros niños perdidos y devolverlos a sus hogares. Por cada niño que encontraban, había risas, abrazos, y sobre todo, un mensaje importante: nunca perder la esperanza.

A medida que Zorac, Luna y Tito exploraban el mundo, se dieron cuenta de que la valentía y la amistad son las mejores armas contra la oscuridad. Y así, forjaron un vínculo indestructible, una promesa de que siempre estarían allí el uno para el otro, y nunca permitirían que la tristeza ganara.

Y así, Zorac, el dragón protector, y sus amigos siguieron volando por el mundo, llevando luz y alegría a todos los rincones, siempre listos para ayudar y proteger a los niños perdidos. La aventura no tenía fin, y su historia se convertiría en leyenda.

**Fin**

FIN.

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