Las Migas de la Esperanza



En un bosque frondoso, Hansel y su hermana Gretel se encontraban perdidos. Todo comenzó un día cuando decidieron explorar más allá de los límites de su casa. Su curiosidad los llevó más lejos de lo que pretendían, y pronto se dieron cuenta de que no sabían cómo regresar.

-Pero ¿qué hacemos ahora? -preguntó Gretel, mirando a su hermano con preocupación.

-No te preocupes, tengo un plan. Voy a dejar caer migas de pan para poder encontrarnos el camino de vuelta -respondió Hansel, confiado.

Así fue como Hansel comenzó a esparcir migas de pan a medida que avanzaban. Sin embargo, cuando decidieron descansar bajo un árbol gigante, un grupo de pájaros hambrientos apareció y, al ver las migas, rápidamente se las comieron.

-¡No! Mis migas... -exclamó Hansel, angustiado.

-No importa, Hansel. Lo importante es que tenemos que mantener la calma y pensar en otra solución -dijo Gretel tratando de consolar a su hermano.

Después de un rato, un sonido extraño los hizo alertarse. Era el crujir de unas ramas. Al darse la vuelta, un ciervo elegante apareció entre los árboles.

-¿Están perdidos? -preguntó el ciervo con una voz suave.

-Sí, somos Hansel y Gretel, y no sabemos cómo volver a casa -respondió Gretel, aliviada de hablar con alguien.

El ciervo sonrió y dijo:

- Siganme, yo los ayudaré.

Con un poco de dudas pero llenos de esperanza, los hermanos siguieron al ciervo. Caminando entre los árboles y escuchando historias sobre las criaturas del bosque, comenzaron a olvidarse del miedo. El ciervo les enseñó sobre las plantas comestibles y las señales que la naturaleza hacía para guiar a quienes se perdían.

-Por ejemplo, si ves un grupo de flores amarillas, es un buen signo de que hay agua cerca -explicó el ciervo.

Hansel y Gretel escuchaban atentamente mientras avanzaban. Sin embargo, tras un rato, el ciervo se detuvo y señaló un sendero claro.

-Llegamos a un cruce. Pueden seguir por esta senda que lleva a un claro hermoso con un arroyo. Allí encontrarán un camino más fácil para volver a su hogar.

-Muchas gracias, amigo ciervo -dijo Hansel.

Antes de separarse, el ciervo les hizo una advertencia:

-Siempre es importante confiar en sus instintos y recordar que la naturaleza puede ser una gran guía. Nunca desistan, siempre avancen.

Después de despedirse, los hermanos siguieron el camino del ciervo. Pronto encontraron un arroyo que los ayudó a refrescarse y ailar sus corazones. Guiados por el sonido del agua, llegaron a un claro donde había un hermoso paisaje. Allí, comenzaron a recordar cómo llegar a casa.

-¡Mira! ¡Una mariposa amarilla! -exclamó Gretel. -La he visto antes, está cerca de casa.

Siguiendo a la mariposa, los hermanos caminaron y, tras un rato, encontraron un rastro familiar que los condujo de regreso a su hogar. Al abrir la puerta, sus padres estaban ahí, preocupados por ellos, pero aliviados al verlos regresar.

-Creímos que nunca volverían -dijo su madre abrazándolos fuertemente.

-Pero aprendimos algo muy importante -dijo Hansel entre risas. -Las cosas que nos asustan también pueden brindarnos enseñanzas valiosas.

Y así, Hansel y Gretel no solo regresaron a casa sanos y salvos, sino que también descubrieron el poder de la esperanza, la valentía y la unión familiar. Desde ese día, nunca volvieron a perderse, y el bosque se convirtió en un lugar mágico que siempre recordarían.

La experiencia en el bosque enseñó a Hansel y a Gretel que, aunque los caminos a veces se torcen y la incertidumbre asusta, siempre hay que tener fe en uno mismo, en la naturaleza y en aquellos que nos rodean.

FIN.

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