Amigos en la Luna



Nara era una niña gigante muy especial. A pesar de su tamaño y sus habilidades únicas, siempre había deseado tener amigos con quienes compartir aventuras.

Un día, mientras jugaba en el parque lanzando mocos radioactivos al cielo, vio un destello en la luna. Intrigada por lo que podría ser, decidió subir a un cohete improvisado y emprender un viaje hacia la luna. Al llegar allí, se encontró con unos simpáticos marcianitos llamados Halia pequeño genio.

Ellos eran curiosos e inteligentes, y rápidamente se hicieron amigos de Nara. "¡Hola! Soy Nara, ¿quién son ustedes?" -preguntó emocionada la niña gigante. "¡Hola Nara! Somos los Halia pequeño genio, estamos encantados de conocerte" -respondieron los marcianitos al unísono.

Los Halia le contaron a Nara sobre su planeta y las maravillas que habían descubierto en el universo.

La niña gigante quedó maravillada con todas las historias que le relataron y decidió quedarse un tiempo en la luna para aprender más junto a sus nuevos amigos. Durante su estadía en la luna, Nara aprendió muchas cosas nuevas gracias a la sabiduría de los Halia pequeño genio.

Descubrió cómo cuidar mejor el planeta Tierra, cómo resolver problemas usando la creatividad y cómo valorar las diferencias entre cada ser vivo. Un día, mientras exploraban una cueva lunar misteriosa, se encontraron con un cristal brillante que tenía poderes especiales.

Los Halia explicaron que ese cristal era capaz de conceder deseos si se usaba sabiamente. Nara pensó detenidamente en qué desearía y finalmente pidió algo inesperado: quería poder reducir su tamaño para poder jugar con niños de su misma estatura en la Tierra.

Los Halia asintieron admirados por la nobleza del deseo de Nara y activaron el cristal mágico. De repente, Nara comenzó a enagarrar hasta alcanzar el tamaño perfecto para convivir con humanos sin causar temor.

Con lágrimas de felicidad en los ojos, abrazó a sus amigos marcianitos antes de regresar a casa. Al volver a la Tierra como una niña normal pero igualmente extraordinaria por dentro, Nara compartió todo lo aprendido con aquellos que le rodeaban.

Se convirtió en una defensora del medio ambiente y promovió valores como el respeto y la amistad sin importar las diferencias físicas.

Y así fue como Nara demostró que no importa cuán grande o diferente seas; lo importante es lo bondadoso y valiente que seas en tu corazón para hacer del mundo un lugar mejor para todos.

FIN.

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