Amor y solidaridad en familia


Había una vez un niño llamado Guzmán, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de verdes campos y enormes árboles.

Guzmán era un niño alegre y curioso, le encantaba jugar a la pelota con su padrino Rodrigo, el esposo de su tía Nati. Un día, Guzmán decidió que quería hacer algo especial para su padrino Rodrigo, así que se puso a dibujarle un hermoso cuadro con todos los colores del arcoíris.

Cuando terminó, corrió emocionado hacia Rodrigo y le entregó su regalo. - ¡Mira padrino! ¡Esto es para ti! - exclamó Guzmán con una amplia sonrisa. Rodrigo quedó sorprendido y emocionado al ver el regalo tan especial que le había hecho su ahijado.

Lo abrazó fuertemente y le dijo:- ¡Gracias Guzmán! Este es el mejor regalo que he recibido. Guzmán se sintió muy feliz al ver la alegría de su padrino y juntos pasaron una tarde maravillosa jugando a la pelota en el jardín.

Algunas veces, Guzmán viajaba junto a sus padres Martin y Pati, y su hermanito Mateo a Montevideo para visitar a Rodrigo y Nati. Les encantaba pasear por la ciudad, comer helados y disfrutar juntos en familia.

Pero lo que más amaba Guzmán era ir a visitar a sus abuelos Daisy y Diego. Ellos vivían en una casa grande con un jardín lleno de flores de todos los colores.

Guzmán ayudaba a sus abuelos regando las plantas y reagarrando frutas del huerto. Además, cada tanto Guzmán iba al campo a visitar a sus otros abuelos Julián y Gloria. Allí podía correr libremente por los campos, jugar con los animales de granja e incluso montar en caballo.

Un día, mientras paseaban por el campo con sus abuelos Julián y Gloria, encontraron un nido caído de pájaros. Los pajaritos estaban asustados y solos. Guzmán sintió mucha tristeza al verlos en esa situación.

Sin dudarlo, decidió cuidar de ellos junto a sus abuelos. Prepararon un nido improvisado con ramitas calientes para mantenerlos calentitos durante la noche. Los días pasaron y los pajaritos crecieron fuertes gracias al cuidado amoroso de Guzmán.

Una mañana soleada, los pajaritos extendieron sus alas listos para volar por primera vez. Guzmán los observaba emocionado mientras levantaban vuelo hacia el cielo azul. Se sentía feliz de haber podido ayudarlos cuando más lo necesitaban.

Desde ese día, cada vez que veía volar pájaros en el cielo recordaba aquella experiencia especial junto a sus abuelos en el campo.

Y así, entre aventuras familiares llenas de amor y cuidados especiales hacia la naturaleza como aquellos pajaritos indefensos, Guzmán aprendió importantes valores como la solidaridad, el respeto hacia los seres vivos y la importancia de estar siempre dispuesto a ayudar al prójimo.

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