Andrés y la protección del bosque


Había una vez un niño llamado Andrés, a quien le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas. Un día, decidió aventurarse en un hermoso bosque cercano a su casa.

Este bosque era muy especial, ya que tenía ríos cristalinos y lagos llenos de vida. Andrés caminó durante horas, maravillándose con la belleza de la naturaleza que lo rodeaba. De repente, escuchó un sonido proveniente del otro lado del bosque. Era como si alguien estuviera llorando.

Intrigado por el misterio, Andrés siguió el sonido hasta llegar a un pequeño lago rodeado de flores silvestres. Allí encontró a una tortuga atrapada enredada entre unas ramas flotantes. - ¡Oh no! -exclamó Andrés preocupado-.

¿Cómo puedo ayudarte? La tortuga levantó su cabeza lentamente y dijo:- Estoy atrapada aquí desde hace días. El agua ha bajado tanto que no puedo volver al lago. Andrés se puso manos a la obra para rescatar a su nueva amiga.

Con mucho cuidado, desenredó las ramas y liberó a la tortuga. - ¡Gracias! -dijo ella emocionada-. Eres muy valiente por haberme salvado. Andrés sonrió orgulloso y respondió:- Solo hice lo correcto. Ahora podrás regresar al lago sin problemas.

Pero justo cuando creían que todo estaba solucionado, escucharon otro llanto proveniente del bosque. Esta vez era un patito perdido entre unos arbustos espinosos. - ¡Ayuda! -gritó el patito-. No puedo salir de aquí. Me lastiman las espinas.

Andrés no dudó ni un segundo y se acercó con cuidado al patito. Con mucho amor, lo tomó en sus manos y lo liberó de las espinas. - ¡Gracias! -exclamó el patito emocionado-. Eres un verdadero héroe.

Andrés sonrió nuevamente y dijo:- Solo hice lo que cualquier persona haría. Ahora puedes volver con tu familia. Continuando su recorrido por el bosque, Andrés llegó a una cascada majestuosa.

Quedó maravillado por su belleza y decidió acercarse para disfrutar del espectáculo natural. Pero cuando llegó, vio a un pajarito atrapado en una rama colgante justo encima del agua. - Oh no, otro animal necesitando ayuda -susurró Andrés preocupado.

Sin perder tiempo, Andrés buscó la forma de rescatar al pajarito sin asustarlo o hacerlo caer al agua. Usando su ingenio, logró construir una pequeña escalera improvisada para llegar hasta él y liberarlo de la rama.

El pajarito volvió a volar felizmente mientras Andrés observaba orgulloso su trabajo bien hecho. Ya casi anochecía cuando Andrés regresaba a casa después de tantas aventuras salvadoras en el bosque con agua. Estaba cansado pero lleno de alegría por haber ayudado a los animales que encontró en su camino.

En ese momento, escucharon algo muy especial: todos los animales que Andrés había ayudado se habían reunido en una clara muestra de agradecimiento. - ¡Gracias, Andrés! -dijeron al unísono-. Gracias por ser valiente y generoso con nosotros.

Andrés sonrió y respondió:- No hay de qué. Todos merecen ser ayudados cuando lo necesitan. Además, la naturaleza es nuestra amiga y debemos cuidarla.

Desde aquel día, Andrés siguió visitando el bosque con agua, pero esta vez no solo para explorar, sino también para asegurarse de que todos los animales estuvieran bien. Y así fue como aprendió que un pequeño gesto puede hacer una gran diferencia en la vida de otros. Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.

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