Aprendiendo sobre las etnias ecuatorianas



Había una vez en Ecuador, un país lleno de diversidad cultural, donde convivían diferentes etnias, cada una con sus propias costumbres, tradiciones y colores.

En la provincia de Imbabura, en la comunidad kichwa, vivía una niña llamada Kiara, curiosa e inquieta, que siempre estaba buscando aprender más sobre su cultura y la de los demás. Un día, mientras jugaba en el campo, Kiara encontró un arcoíris atrapado en una botella. "¡Qué maravilla, un arcoíris!", exclamó Kiara emocionada.

En ese momento, el espíritu del arcoíris se manifestó y le habló a Kiara: "Soy Aruma, el espíritu del arcoíris.

He venido a llevarte en un viaje para que conozcas y aprendas sobre las diferentes etnias ecuatorianas a través de los colores que nos representan." Kiara, asombrada, aceptó la invitación y juntas emprendieron este mágico viaje. El primer destino fue la comunidad afroecuatoriana, representada por el color negro, que simboliza la fortaleza y la resistencia.

Allí, Kiara conoció a Mateo, un niño afrodescendiente, que le enseñó a danzar al ritmo del bombo y a tejer con fibras naturales. Luego, visitaron la comunidad montubia, cuyo color representativo es el blanco, que simboliza la paz y la pureza.

Kiara conoció a Valentina, una niña montubia, que le mostró cómo elaborar deliciosos platos típicos y le enseñó a sembrar maíz en el campo. El siguiente destino fue la comunidad shuar, representada por el color verde, que simboliza la conexión con la naturaleza.

Allí, Kiara conoció a Sacha, un niño shuar, que le enseñó a reconocer plantas medicinales y a fabricar joyas con semillas. Después, visitaron la comunidad waorani, cuyo color representativo es el rojo, que simboliza la pasión y el coraje.

Kiara conoció a Nantu, una niña waorani, que le enseño a elaborar pinturas naturales y a contar historias ancestrales. Finalmente, conocieron la comunidad mestiza, cuyo color representativo es el amarillo, que simboliza la alegría y la diversidad.

Kiara encontró a Miguel, un niño mestizo, que le mostró la influencia de diversas tradiciones en la música y la danza. Al terminar el viaje, Kiara regresó a su comunidad kichwa con un corazón lleno de conocimiento, respeto y admiración por la diversidad de etnias ecuatorianas.

Decidió compartir todo lo aprendido con su familia y amigos, promoviendo la valoración y el respeto por la riqueza cultural del país.

FIN.

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