Betos Balanced Bite



Había una vez, en el hermoso océano, una ballena llamada Beto. Beto era conocido por ser muy glotón y siempre tenía un apetito voraz.

A diferencia de las demás ballenas, a él le encantaba comer todo lo que encontraba a su paso. Un día soleado, mientras nadaba felizmente junto a sus amigos delfines, Beto vio algo brillante flotando en el agua. Se acercó rápidamente y descubrió que era un enorme banco de peces sabrosos.

Sin pensarlo dos veces, abrió su enorme boca y comenzó a tragarlos uno tras otro. "¡Mmm! ¡Qué deliciosos están estos peces!", exclamó Beto mientras los devoraba con avidez.

Sus amigos delfines se acercaron preocupados y le dijeron:"Beto, deberías moderarte un poco con la comida. Si sigues comiendo así de descontroladamente, podrías causarte problemas. "Pero Beto no les hizo caso y continuó comiendo sin parar.

No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a sentirse incómodo y lleno hasta el tope. "¡Ay! Creo que he comido demasiado", dijo Beto con dificultad para hablar. Sus amigos se acercaron nuevamente y esta vez le ofrecieron ayuda:"Tranquilo, Beto. Vamos a llevarte al doctor Pez para que te revise.

"Con mucho esfuerzo, los delfines llevaron a Beto hasta la consulta del doctor Pez. El doctor lo examinó detenidamente y luego le explicó:"Beto, tu exceso de comida ha provocado una indigestión. Necesitarás descansar y dejar que tu estómago se recupere.

"Beto se sintió muy avergonzado por no haber escuchado a sus amigos antes. A partir de ese momento, decidió aprender a controlar su apetito y comer de manera más equilibrada.

Pasaron los días y Beto comenzó a seguir una dieta saludable, comiendo solo lo necesario para mantenerse fuerte y lleno de energía. Sus amigos delfines lo felicitaban por su cambio y se alegraban al verlo feliz y saludable.

Un día, mientras nadaba tranquilamente, Beto encontró un banco de algas verdes y nutritivas. Tenía muchas ganas de comerlas, pero recordó la lección que había aprendido. "Mejor me controlo", pensó Beto. "No quiero volver a pasar por una indigestión".

Aunque le costó resistirse, Beto siguió nadando sin probar las deliciosas algas. En lugar de eso, decidió compartir su hallazgo con sus amigos delfines para que ellos también pudieran disfrutarlas. La historia sobre la importancia de comer en forma balanceada llegó hasta los demás animales marinos del océano.

Todos quedaron impresionados por el cambio positivo en el comportamiento alimenticio de Beto. Desde ese día en adelante, Beto se convirtió en un ejemplo a seguir para todos los habitantes del océano.

Su historia inspiradora enseñaba a todos la importancia de cuidar nuestra salud y no excedernos en la comida. Y así fue como Ballena Beto aprendió que disfrutar la comida es importante, pero hacerlo con moderación es aún más valioso.

Desde entonces, vivió feliz y saludable en el océano, compartiendo su sabiduría con todos los que la necesitaban.

FIN.

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