Blancanieves y los 7 Millonarios
En un reino muy especial, donde la ambición y la generosidad abundaban, vivía una joven llamada Blancanieves. Era conocida por su bondad y su hermosa sonrisa que iluminaba el día de todos. En este reino, los siete millonarios, cada uno de ellos con una historia única, eran famosos por sus grandes fortunas, pero también por su avaricia. Se decía que nunca compartían lo que tenían, sino que lo guardaban solamente para ellos.
Un día, mientras caminaba por el bosque, Blancanieves escuchó un brillante canto de pájaros y decidió investigar. Al seguir el sonido, terminó en una hermosa cabaña. Allí, encontró a los siete millonarios discutiendo sobre cuál de ellos tenía el auto más lujoso.
- ¡Yo tengo un auto de oro! - se jactó el primero, con su corbata brillante.
- ¡Pero yo tengo el último modelo de deportivos! - respondió el segundo, agitando sus llaves.
- ¡Eso no importa! ¡Mi jet privado es lo mejor! - exclamó el tercero.
Blancanieves, divertida y curiosa, se acercó y dijo:- ¿Por qué no dejan de pelear y usan su riqueza para ayudar a quienes lo necesitan?
Los millonarios se miraron entre sí, sorprendidos por la sugerencia.
- ¿Ayudar? - preguntó el cuarto, frunciendo el ceño. - Eso no es lo que hacemos.
- Pero miren el bosque, está lleno de animales en peligro, y en la aldea, hay familias que no tienen suficiente comida - insistió Blancanieves.
Los millonarios se sintieron incómodos. Nunca habían pensado en usar su riqueza de manera diferente. Un poco avergonzados, decidieron hacer una prueba.
- Está bien, te escucharemos, Blancanieves - dijo el quinto, acercándose a una gran ventana. - ¿Qué propones?
- ¿Qué tal si organizamos una feria? - sugirió ella.- Puede ser muy divertida y todos en el pueblo pueden venir. Podríamos vender cosas que ya no usamos y donar lo que ganemos.
Al principio, los millonarios no estaban convencidos, pero Blancanieves los animó a usar sus talentos. Así, el sexto millonario, un gran chef, se ofreció a cocinar. El séptimo, un talentoso artista, se encargó de decorar. Todos se pusieron manos a la obra, y pronto, la feria comenzó a tomar forma.
Llegó el día de la feria y el pueblo no podía creer lo que veía. Había luces, música y olor a delicias por todas partes. La gente llegó en manadas, riendo y disfrutando del evento. Blancanieves estaba en el centro, asesorando a los millonarios sobre cómo atender a todos.
- Esto es increíble, Blancanieves - dijo el primero, sirviendo comida a los más chicos. - Nunca pensé que ayudar podría ser tan gratificante.
- Sí, deberíamos hacer esto más seguido - coincidió el segundo mientras pintaba la cara de una niña.
La feria resultó ser un gran éxito. Al final del día, habían recaudado suficiente dinero para ayudar a las familias en necesidad y para cuidar el bosque. Todos se sintieron felices y orgullosos de su trabajo.
- ¡Gracias, Blancanieves! - exclamaron a coro los siete millonarios. - Has cambiado nuestra forma de ver las cosas.
- No es solo mérito mío - respondió ella con humildad - Todos podemos hacer una diferencia cuando trabajamos juntos.
Desde ese día, los siete millonarios decidieron comprometidos a seguir organizando ferias y eventos para ayudar a quienes lo necesitaban. Blancanieves se convirtió en su amiga y siempre estuvo a su lado, recordándoles que la verdadera riqueza no se mide en dinero, sino en cuán generosos somos con los demás.
Y así, el cuento de Blancanieves y los siete millonarios se convirtió en una leyenda en el reino, inspirando a muchos a encontrar la felicidad en el acto de compartir y ayudar. Juntos, aprendieron que cuando se trabaja en comunidad, los problemas se pueden solucionar y las sonrisas abundan.
FIN.