Building Dreams
Había una vez un niño llamado Tommy, quien tenía algo muy especial: era un genio en la construcción. Desde que era muy pequeño, Tommy mostraba un gran interés por los bloques de construcción y las piezas de lego.
Pasaba horas y horas creando increíbles estructuras con su imaginación. Tommy también era un niño con espectro autista, lo cual significaba que veía el mundo de una manera distinta a los demás.
A veces, le costaba comunicarse y entender algunas cosas que para otros niños eran más fáciles. Pero eso no lo detenía en absoluto. Después de ir a la escuela todos los días, Tommy corría directamente a su taller.
Allí se encontraban todas sus herramientas y materiales favoritos para construir sus proyectos más ambiciosos. Su madre siempre lo observaba con preocupación mientras él trabajaba durante largas horas sin descanso.
Un día, su madre decidió acercarse a Tommy y preguntarle qué estaba haciendo exactamente en su taller durante tanto tiempo. "Tommy, cariño", dijo su madre con ternura,"me preocupa que pases tanto tiempo trabajando en tu taller. ¿No te gustaría hacer otras cosas también? Salir al aire libre o jugar con tus amigos".
Tommy levantó la mirada hacia su madre y sonrió. "Mamá, entiendo tu preocupación pero esto es lo que me hace feliz. Cuando construyo puedo expresarme y crear cosas maravillosas. Me encanta ver cómo mis ideas toman forma".
La madre de Tommy reflexionó sobre las palabras de su hijo. Sabía cuánto amaba él la construcción y cómo ese talento único le daba una alegría indescriptible. Decidió entonces apoyar a Tommy en su pasión, aunque aún sentía cierta inquietud.
Un día, mientras Tommy trabajaba en su taller, un vecino llamado Lucas se acercó a la puerta y lo vio construyendo con tanta concentración. Lucas era un niño curioso y le gustaba mucho aprender cosas nuevas.
"¡Hola Tommy! ¿Qué estás haciendo?", preguntó Lucas emocionado. Tommy levantó la mirada hacia Lucas y sonrió. "Estoy construyendo un cohete espacial para viajar a las estrellas. Quiero descubrir nuevos planetas y ser el mejor astronauta del mundo".
Lucas quedó asombrado por la creatividad de Tommy. "¡Eso es increíble! Me encantaría ayudarte en tu proyecto. Soy muy bueno armando cosas también". A partir de ese día, Tommy y Lucas se convirtieron en los mejores amigos.
Juntos, trabajaron incansablemente en el taller de Tommy. Pasaban horas diseñando y construyendo naves espaciales, castillos mágicos e incluso puentes gigantes. La madre de Tommy observaba cómo su hijo florecía junto a su nuevo amigo.
Se dio cuenta de que no había razón para preocuparse tanto por el tiempo que él pasaba construyendo. Sabía que estaba desarrollando habilidades importantes como la paciencia, la perseverancia y la imaginación.
Un día, cuando el gran proyecto del cohete espacial finalmente estuvo terminado, todos los vecinos se reunieron afuera para verlo despegar al espacio exterior. Con una cuenta regresiva emocionante y mucha expectativa en el aire, el cohete despegó hacia las estrellas.
Tommy y Lucas miraban con asombro cómo su creación volaba alto en el cielo, dejando una estela de sueños cumplidos. A partir de ese momento, Tommy se dio cuenta de que no había límites para sus habilidades y su pasión por la construcción.
Siguió trabajando en nuevos proyectos emocionantes y compartiendo su amor por la construcción con otros niños. La historia de Tommy nos enseña que cada uno tiene talentos únicos y especiales. No importa quiénes seamos o cómo veamos el mundo, todos tenemos algo maravilloso para ofrecer.
Y lo más importante es encontrar aquello que nos haga felices y seguir nuestros sueños sin miedo.
Y así, Tommy siguió construyendo un futuro lleno de posibilidades infinitas, demostrando al mundo entero que a veces los mejores proyectos están hechos con mucho amor y dedicación.
FIN.