Candy, la perrita que conquistó a la familia Fanelli



En una tranquila casa de la familia Fanelli, en un barrio de Buenos Aires, vivía una perrita negra llamada Candy. Candy era muy buena y cariñosa, siempre estaba dispuesta a jugar con los niños y a cuidar la casa.

Sin embargo, a pesar de su dulce temperamento, había algo que entristecía a Candy: a menudo se sentía sola.

Un día, los niños de la familia descubrieron que Candy se escapaba por un agujero en el jardín para buscar amigos en el parque. Alarmados, los Fanelli decidieron que debían encontrar una solución para que Candy no se sintiera sola. -¿Y si le buscamos un compañero? –propuso el hermano mayor. -Sí, ¡una perrita amiga para Candy! –dijo la hermana.

Entusiasmados, buscaron en diferentes refugios de animales hasta que encontraron a Luna, una perrita juguetona y amorosa. Al principio, Candy se mostró un poco desconfiada, pero pronto Luna logró conquistar su corazón con sus juegos y su alegría.

Juntas, Candy y Luna pasaban horas correteando y cuidándose mutuamente. La casa de los Fanelli se llenó de risas y algarabía gracias a las travesuras de las dos perritas. La familia se alegró al ver a Candy tan feliz y llena de energía.

-¡Candy está radiante con su nueva amiga! –exclamó la mamá. -Sí, Luna le ha devuelto la alegría –dijo el papá. Con el tiempo, Candy aprendió que la amistad puede traer mucha felicidad y que, a veces, es necesario abrirse a nuevas experiencias.

Desde entonces, las dos perritas fueron inseparables, y la casa de los Fanelli se transformó en un hogar aún más cálido y acogedor.

FIN.

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