Cantando con Amigos


Ana era una niña muy especial. Desde pequeña tenía un gran amor por la música y el canto. Siempre estaba cantando en casa, en el colegio y en cualquier lugar donde pudiera demostrar su talento.

Pero lo que más le gustaba era imaginar que dirigía un coro de niños. Un día, Ana se enteró de que iba a haber un concurso de coros en su ciudad.

Ella sabía que no podía participar porque no tenía un coro para dirigir, pero eso no la detuvo. Decidió formar ella misma su propio coro con sus amigos del colegio. - Chicos, ¿les gustaría formar parte de mi coro? - preguntó Ana entusiasmada.

- ¡Sí! - contestaron todos al mismo tiempo. Ana estaba feliz porque había logrado formar su propio coro, pero ahora tenía otro problema: nunca había dirigido antes y no sabía por dónde empezar. Esa noche, Ana decidió investigar todo lo posible sobre cómo dirigir un coro.

Buscó videos en internet y leyó libros sobre el tema. Aprendió mucho sobre técnicas de dirección y cómo motivar a los integrantes del coro. Al día siguiente, comenzaron los ensayos del nuevo coro de Ana.

Al principio fue difícil porque nadie sabía exactamente qué hacer o cómo seguir las indicaciones de Ana, pero poco a poco fueron mejorando gracias al esfuerzo y dedicación de todos.

A medida que pasaban los días, el coro iba mejorando cada vez más y más. Los ensayos eran agotadores pero también muy divertidos gracias a las ocurrencias de los chicos.

Además, Ana descubrió que había encontrado algo más importante que ganar el concurso: había encontrado un grupo de amigos que compartían su pasión por la música. Finalmente, llegó el día del concurso. Ana estaba nerviosa pero a la vez emocionada porque sabía que habían trabajado duro para llegar hasta allí.

Cuando llegó su turno, subieron al escenario y comenzaron a cantar. Fue una presentación increíble, todos estaban en sintonía y se notaba que habían rehecho cada nota con pasión. Cuando terminaron de cantar, el público los ovacionó y los jueces les otorgaron el primer premio.

Todos saltaban de alegría y abrazaban a Ana, quien no podía contener las lágrimas.

- ¡Lo logramos! - gritó Ana emocionada - ¡Gracias chicos! Ana se dio cuenta de que lo más importante no era ganar sino haber disfrutado del camino junto a sus amigos. Y aunque nunca imaginó que podría dirigir un coro tan bien como lo hizo ese día, descubrió que cuando uno tiene pasión por algo y trabaja duro para conseguirlo, todo es posible.

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