Despedida en la Sala Celeste



Era un hermoso día en el jardín de infantes. En la sala celeste, los niños estaban llenos de emoción y un poco de tristeza porque se estaban preparando para despedirse de su querido jardín. La señorita Sabrina, con su dulce sonrisa, había preparado una fiesta especial para celebrar todos los momentos vividos juntos.

"¡Chicos! Este viernes haremos una gran despedida. Tendremos juegos, canciones y recordaremos todas las cosas divertidas que hicimos este año!" - dijo la señorita Sabrina, mientras colocaba serpentinas de colores en el aula.

Los niños empezaron a murmurar entre ellos, recordando risas, trabajos manuales y las historias que la señorita les contaba todos los días.

"Yo me acuerdo de cuando hicimos la obra de teatro de los tres cerditos!" - exclamó Sofía, con su vestido rosa.

"Sí! Y yo fui el lobo feróz. ¡Qué miedo daba! ” - dijo Tomás, haciendo su mejor rugido.

"Pero también tuvimos nuestra fiesta de disfraces, ¿se acuerdan?" - agregó Juan, sonriente.

El aula estaba llena de risas, pero también de algo de melancolía. Los niños sabían que dejar el jardín significaba pasar a la escuela primaria, donde todo sería diferente.

"¿Estaremos juntos en la primaria?" - preguntó Lucía, preocupada.

"No lo sé, pero siempre nos quedarán los recuerdos," - respondió Mateo, intentando sonar optimista, a pesar de que la idea de separarse le daba un poco de miedo.

La señorita Sabrina, al escuchar la conversación, se acercó y les dijo:

"Chicos, siempre llevarán un pedacito de su jardín en sus corazones. Pueden hacer nuevos amigos en la primaria y, con el tiempo, siempre estarán en contacto. ¡Los recuerdos jamás se van!"

Los días pasaron rápido y el viernes de la despedida llegó. La sala estaba decorada con globos y las mesas llenas de golosinas y tortas. Los niños jugaron, bailaron y llenaron la tarde de risas. Finalmente, se sentaron en un círculo para compartir lo que más les había gustado del jardín.

"A mí me encantó jugar en el patio de juegos y hacer castillos de arena!" - dijo Valentina.

"A mí, hacer la manualidad de los delfines con la señorita Sabrina" - añadió Lucas.

Cuando llegó el momento de la despedida, la señorita Sabrina les dio un pequeño obsequio: un cuaderno donde podrían dibujar y escribir sus nuevas aventuras en la escuela primaria.

"Siempre recuerden que cada final es un nuevo comienzo. El jardín siempre estará en su corazón, y ahora pueden escribir sus nuevas historias en este cuaderno" - les dijo emocionada.

Los ojos de los niños brillaban y, aunque sentían un nudo en el estómago por la despedida, también estaban listos para lo que vendría. En fila, uno a uno, se despidieron de la señorita Sabrina con un abrazo fuerte y sincero.

"¡Gracias, señorita Sabrina! No los olvidaremos nunca!" - gritó Julián, mientras que todos aplaudían, llenos de gratitud.

"Yo siempre estaré aquí, en sus corazones. Y no se olviden de volver a visitarme, ¿de acuerdo?" - les respondió abrazándolos por última vez.

A medida que los niños salían del jardín, cada uno llevaba en la mano su cuaderno nuevo, lleno de sueños y una gran aventura por delante. La Sala Celeste siempre sería su lugar especial, donde aprendieron a soñar y jugar.

"¡A la escuela primaria, chicos!" - animó Mateo, mientras todos se iban juntos, mirando hacia el futuro con una sonrisa. Aunque se despedían del jardín, estaban listos para escribir un nuevo capítulo en su historia.

Y así, con sus corazones llenos de alegría y un poco de nostalgia, los peques de la sala celeste emprendieron su camino hacia la nueva etapa de sus vidas, llevando siempre un pedacito del jardín con ellos.

FIN.

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