Dichoso el Cantar



En un rincón mágico del bosque, donde los árboles susurraban secretos y las flores danzaban al ritmo del viento, vivía un pajarito llamado Dichoso. Su plumaje era de colores brillantes y su canto, el más dulce de todos. A todos les encantaba escuchar sus melodías, ya que llenaban de alegría el corazón de quienes lo oían.

Una mañana, Dichoso decidió aventurarse más allá del sendero que siempre tomaba. "Hoy quiero encontrar la ruta perdida y descubrir nuevos lugares para cantar"-, se dijo a sí mismo. Al volar, notó que el paisaje cambiaba a medida que se alejaba.

Mientras exploraba, se encontró con una pequeña ardilla llamada Lila. "¡Hola, pajarito! ¿A dónde vas tan contento?"- preguntó Lila, moviendo su cola de un lado a otro.

"Hola, Lila. Voy a buscar la ruta perdida para cantar a la vida. Me gustaría encontrar un lugar donde las melodías llenen el aire"- respondió Dichoso.

"¡Yo te acompaño! Quiero escuchar tus dulces canciones"- exclamó Lila emocionada.

Ambos amigos emprendieron su viaje juntos, saltando entre ramas y cruzando pequeñas corrientes. Pero después de un rato, se dieron cuenta de que estaban perdidos. El cielo se nubló y la brisa se volvió fría. Lila miró a su alrededor con preocupación."Dichoso, creo que nos hemos desviado un poco. Ya no reconozco este lugar"- dijo con un hilo de voz.

"No te preocupes, amiga. Aunque no esté claro el camino, siempre podemos cantar para encontrar la alegría"- respondió él. Así, comenzaron a cantar en armonía, sus voces elevándose por encima de los árboles.

De pronto, un conejo llamado Rocco apareció. "¿Qué hacen ustedes aquí? Este lugar es un poco peligroso"- alzó una oreja con curiosidad.

"Hola, Rocco. Buscamos la ruta perdida. Estamos tratando de encontrar un lugar donde podamos cantar con amor"- explicó Lila, mientras se aferraba a la pata de su amigo.

"¡Eso suena increíble! Pero primero debemos regresar a la parte segura del bosque. Acepten mi ayuda"- ofreció el conejo.

Los tres siguieron las instrucciones de Rocco, pero en el camino se encontraron con un obstáculo: un gran charco de barro. Caer en él podría arruinar su aventura. "¿Y ahora?"- preguntó desesperada Lila.

"No se preocupen. ¡Cantar es la clave!"- afirmó Dichoso. Y así lo hicieron. Juntos comenzaron a cantar una nueva canción, una sobre la amistad y el trabajo en equipo. Como si el mismo bosque los escuchara, el charco comenzó a brillar y un camino misterioso se formó por delante de ellos.

Contentos, lograron cruzar el barro y pronto llegaron a un claro donde las flores crecían hermosas y radiantes. Allí, el sol brillaba cálido, y el aire estaba lleno de fragancias especiales. Dichoso desplegó sus alas y comenzó a cantar su mejor canción. Las flores danzaron a su ritmo, trayendo alegría a todos los habitantes del bosque.

"¡Esto es increíble! ¡Nunca había escuchado algo así!"- gritó Rocco mientras saltaba.

"Todo fue posible porque decidimos no rendirnos y ayudar a otros"- dijo Lila, feliz. Durante su canto, cada avispón, mariposa y otros amigos del bosque se unieron a ellos, creando un espectáculo inolvidable.

Desde ese día, la ruta perdida ya no fue un lugar de incertidumbre, sino un camino lleno de nuevas melodías y un aire de alegría. Dichoso se convirtió en el portavoz de la felicidad en el bosque, recordándoles a todos que juntos, podían enfrentar cualquier situación, siempre con una canción en sus corazones. Y así, continúan viviendo aventuras, encantando al mundo con su amistad y su arte.

Con muchas melodías y sonrisas, cada nuevo día era una canción esperando ser cantada.

FIN.

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