El árbol mágico de la familia Valle Díaz
Había una vez, en la hermosa ciudad de Ovalle, una familia muy especial llamada los Valle Díaz. Jonathan y Rommy eran sus padres, y tenían tres hijos: Fiorella, Giorgio y Emilio.
Jonathan y Rommy decidieron emprender un nuevo negocio juntos, así que compraron un bus y crearon "Transportes Valle Díaz", en honor a sus apellidos. Ahora se dedicaban a llevar a las personas de un lugar a otro con mucho amor y alegría.
Fiorella era la hija mayor, tenía 11 años. Era una niña muy inteligente e imaginativa. Siempre estaba inventando historias fantásticas que llenaban de magia el hogar de los Valle Díaz.
Giorgio, por su parte, tenía 9 años y era el aventurero del grupo. Le encantaba explorar nuevos lugares y descubrir cosas emocionantes en cada viaje que hacían con el bus de la familia. Y finalmente estaba Emilio, el pequeño de tan solo 2 añitos.
Era un niño risueño y curioso que siempre quería saberlo todo sobre lo que veía desde la ventana del bus. Un día soleado como cualquier otro, mientras estaban en uno de sus viajes diarios llevando pasajeros felices hacia sus destinos deseados, algo inesperado sucedió.
De repente, el motor del bus empezó a hacer ruidos extraños y se detuvo por completo. Todos quedaron sorprendidos y preocupados por lo ocurrido. "¡Papá! ¿Qué vamos a hacer ahora?" - preguntó Fiorella angustiada.
Jonathan miró a su familia con calma y dijo: "No se preocupen, encontraremos una solución juntos". Así que bajaron del bus y empujaron el vehículo hasta un lugar seguro. Jonathan llamó a un mecánico para que revisara el motor mientras ellos esperaban con paciencia.
Mientras tanto, los niños comenzaron a explorar y descubrieron un hermoso campo lleno de flores de colores. Se divirtieron corriendo entre ellas y disfrutando de la naturaleza. "¡Mira, Giorgio! ¡Un arco iris!" - exclamó Fiorella emocionada.
"Sí, es tan bonito. Nunca había visto uno tan cerca" - respondió Giorgio asombrado. De repente, Emilio señaló algo en el suelo: era una pequeña semilla. Los tres niños decidieron plantarla juntos en ese mismo momento.
Pasaron los días y la semilla empezó a crecer cada vez más rápido. Pronto se convirtió en un árbol hermoso y frondoso que daba sombra al bus averiado. El mecánico llegó finalmente y reparó el motor del autobús de los Valle Díaz.
Todos estaban felices por poder volver a trabajar llevando pasajeros hacia sus destinos soñados. Pero antes de partir, Jonathan les dijo a sus hijos: "Este árbol nos enseñó una gran lección.
A veces las cosas no salen como esperamos, pero siempre podemos encontrar belleza en cada situación". Desde aquel día, Fiorella, Giorgio y Emilio aprendieron a disfrutar de cada viaje con Transportes Valle Díaz como si fuera una aventura única llena de sorpresas maravillosas.
Y así, la familia Valle Díaz siguió llevando alegría y amor a todos los pasajeros que subían a bordo de su bus, siempre recordando el valioso regalo que les dejó aquel árbol mágico.
FIN.