El baile de la felicidad
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una anciana muy mala llamada Doña Enriqueta. Muchos niños tenían miedo de acercarse a su casa porque decían que les gritaba y los ahuyentaba con su bastón.
Un día, mientras jugaban en la plaza del pueblo, Alfonsina la niña más alegre del lugar, notó que Doña Enriqueta estaba sola sentada en un banco cerca de la fuente. Se acercó para saludarla y le preguntó si necesitaba ayuda con algo.
Doña Enriqueta se sorprendió por el gesto amable de la niña y le dijo: "No necesito nada de ti, vete". Pero Alfonsina no se dio por vencida y todos los días pasaba por allí para saludarla e intentar entablar conversación.
Poco a poco pudo conocer más sobre ella y descubrió que había sido una gran bailarina en su juventud pero que debido a un accidente ya no podía moverse con tanta facilidad.
Alfonsina tuvo una idea para hacerle sentir mejor: organizaron un baile en la plaza del pueblo al que invitaron a todos los vecinos incluyendo a Doña Enriqueta. La música empezó a sonar y Alfonsina invitó a Doña Enriqueta a bailar con ella.
La sorpresa fue mayúscula cuando Doña Enriqueta empezó a moverse con soltura al ritmo de la música. Todos los presentes quedaron boquiabiertos al verla tan feliz, moviéndose como lo hacía años atrás. A partir de ese día todo cambió en el pueblo.
Doña Enriqueta se convirtió en una persona más amable y muchos niños dejaron de tenerle miedo. Alfonsina había conseguido que la anciana mala se abriera a la alegría y al amor.
Desde entonces, cada vez que pasaba por allí, Doña Enriqueta le sonreía y le decía: "Gracias por enseñarme que nunca es tarde para ser feliz". Alfonsina aprendió que con un poco de paciencia y amabilidad se pueden cambiar las cosas para mejor.
Y así fue como se convirtió en la niña más querida del pueblo, siempre dispuesta a ayudar a los demás y hacerles sentir bien.
FIN.