El barrio de los chismes
En un barrio muy especial, donde las casas tenían techos rojos y las calles estaban llenas de árboles frondosos, vivían muchos animales simpáticos como la ardilla Renata, el conejo Lucas, el zorro Matías y la pajarita Martina. Todos eran muy buenos vecinos y se llevaban de maravilla, hasta que un día comenzaron a circular chismes por el barrio.
Todo empezó cuando la tortuga Tatiana le dijo a la liebre Luisa que la pajarita Martina estaba esparciendo semillas en el jardín del conejo Lucas sin su permiso. La liebre, creyendo que Tatiana le contaba la verdad, fue corriendo a decírselo a Lucas, y él, enojado, confrontó a Martina. Sin embargo, Martina explicó que las semillas eran para atraer mariposas al jardín, y que lo siento mucho si había causado algún problema. Lucas se disculpó por haber creído el chisme sin verificarlo, y juntos limpiaron el jardín y sembraron las semillas juntos.
Pero los chismes no terminaron ahí. El zorro Matías le contó al mapache Pablo que la ardilla Renata estaba escondiendo nueces en su madriguera para robarle comida. Pablo, indignado, fue a reprocharle a Renata, pero ella le explicó que solo guardaba las nueces para el invierno y que jamás quiso robarle nada. Pablo se sintió mal por haber creído en el chisme sin saber la verdad, y juntos guardaron las nueces en un lugar donde ambos pudieran acceder cuando lo necesitaran.
Con el correr de los días, los animales del barrio se dieron cuenta de que los chismes estaban causando problemas y malentendidos entre ellos. Entonces, juntos idearon un plan para detener los chismes. Organizaron una reunión en la plaza del barrio y explicaron a todos que los chismes lastimaban a los demás y no traían nada bueno. Acordaron siempre verificar la información antes de creer en los chismes, y comprometerse a no difundir rumores sin estar seguros de su veracidad.
Desde aquel día, el barrio de techos rojos volvió a ser un lugar tranquilo y armonioso, donde los vecinos vivían felices y en paz, disfrutando de la compañía y ayuda mutua. Y cuando escuchaban algún chisme, en lugar de creerlo inmediatamente, se tomaban el tiempo para averiguar la verdad. Así, el barrio de los chismes se transformó en el barrio de la confianza y la amistad verdadera.
FIN.