El bosque de la amistad


Había una vez en un bello valle rodeado de imponentes montañas, un granjero llamado Juan que cuidaba con mucho amor a sus animales: la vaca Matilda y el pato Quirino.

Todos los días, muy temprano por la mañana, salían juntos a pastar por las verdes praderas del valle. Un día, mientras el sol brillaba en lo alto del cielo azul, la vaca Matilda y el pato Quirino decidieron explorar más allá de las colinas que siempre habían conocido.

Cruzaron arroyos y bosques hasta llegar a una hermosa laguna cristalina. Allí se encontraba una niña llamada Sofía, quien les recibió con una cálida sonrisa. - ¡Hola! Soy Sofía, ¿cómo se llaman ustedes? -preguntó la niña con curiosidad.

- Yo soy Matilda, la vaca -respondió Matilda con alegría-, y este es Quirino, el pato. Venimos del valle de Juan, el granjero.

Sofía quedó encantada con los nuevos amigos que había encontrado y les invitó a pasar el día juntos. Jugaron en la laguna, recogieron flores silvestres y compartieron historias bajo la sombra de un sauce llorón.

Al atardecer, cuando el sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas, recordaron que debían regresar al valle antes de que anocheciera. Pero se dieron cuenta de que se habían perdido en medio del bosque. - Oh no, ¿cómo vamos a volver a casa? -exclamó Quirino preocupado.

Sofía miró a su alrededor y recordó un antiguo camino que llevaba de vuelta al valle. Sin embargo, estaba oscuro y temía perderse aún más. - No te preocupes -dijo Matilda con calma-, si permanecemos juntos podremos encontrar nuestro camino de regreso.

Confiando en las palabras de Matilda, decidieron avanzar juntos por el sendero desconocido. Caminaron entre árboles centenarios y escucharon cantar a los grillos mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo nocturno. Finalmente llegaron al valle justo antes del amanecer.

Juan estaba esperándolos preocupado frente al corral vacío. Al verlos llegar sanos y salvos sintió un inmenso alivio en su corazón. - ¡Matilda! ¡Quirino! ¡Están bien! -exclamó Juan emocionado al abrazar a sus fieles amigos-.

¿Cómo lograron encontrar su camino de regreso? - Fue gracias a Sofía y su valentía -respondió Matilda con gratitud-, aprendimos que juntos podemos superar cualquier desafío por más grande que sea. Desde ese día en adelante, todos los habitantes del valle supieron que la amistad verdadera puede vencer cualquier obstáculo.

Y cada vez que veían brillar la estrella más brillante en el firmamento recordaban aquella noche mágica donde una niña, una vaca y un pato demostraron que nada es imposible cuando se camina junto a quienes se ama.

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