El Bosque de los Susurros



Había una vez, en un rincón mágico del mundo, un bosque llamado El Bosque de los Susurros. Este lugar estaba lleno de árboles enormes, flores de mil colores, y criaturas que hablaban entre sí. Cada mañana, los rayos del sol se filtraban a través de las hojas, creando un espectáculo de luces y sombras.

Un día, un pequeño colibrí llamado Ciri volaba entre las flores.

"¡Hola, Ciri!" - saludó su amiga, la ardilla Lila, mientras saltaba de rama en rama.

"¡Hola, Lila! ¿Ves lo hermoso que está todo hoy?" - dijo Ciri, revoloteando emocionado.

Sin embargo, la tranquilidad del bosque estaba por verse alterada. Un grupo de humanos llegó con máquinas ruidosas y grandes, con el plan de talar árboles para construir una ciudad. Los animales del bosque empezaron a murmurar entre sí, llenos de preocupación.

"¿Qué vamos a hacer? Sin nuestros árboles, no vamos a tener donde vivir", dijo Lila, asustada.

"¡No podemos permitir que esto suceda! ¡Debemos hacer algo!" - exclamó Ciri, decidido.

Juntos, visitaron a su amigo el búho sabio, Don Tómas, quien siempre tenía un consejo para cualquier situación.

"Don Tómas, los humanos quieren derribar nuestro hogar. ¿Cómo podemos detenerlos?" - preguntó Ciri con voz temblorosa.

"Debemos ir hasta la gran colina y hablar con la Gran Tortuga. Ella conoce historias que podrían ayudar. Ella también ha visto a los humanos antes" - respondió el búho, con su voz profunda y pausada.

Los amigos emprendieron el camino hacia la colina, llenos de esperanza. Al llegar, encontraron a la Gran Tortuga durmiendo bajo el sol.

"¡Ssssshh! Hay que ser silenciosos, que no se despierte" - susurró Lila.

"Vamos a tocar suavemente su caparazón" - sugirió Ciri, con valentía.

Al hacerlo, la tortuga abrió un ojo y dijo:

"¿Quién me despertó del dulce sueño?"

"¡Gran Tortuga! Venimos en busca de ayuda. Los humanos quieren destruir el bosque" - dijo Ciri, preocupándose más por sus amigos.

"Conozco un hechizo que puede hacerlos cambiar de opinión. Pero necesitarán reunir tres cosas especiales: una flor de luna, una hoja de árbol antiguo y una gota de agua de lluvia del arroyo. Solo así podremos hacer el encantamiento" - explicó la tortuga.

Sin perder tiempo, los amigos se lanzaron a la aventura. Buscaron la flor de luna, que solo florecía a la noche, y esperaron con paciencia a que brillara bajo la luz de la luna. Ciri, con su veloz vuelo, voló alto y encontró la hoja de árbol antiguo, de un roble centenario que conocía desde siempre. Finalmente, juntos recogieron la gota de agua de lluvia del arroyo cercano, que relucía en el sol.

Con los tres ingredientes en mano, regresaron a la Gran Tortuga.

"¡Aquí están, Gran Tortuga!" - gritaron emocionados, agitando los ingredientes.

"Ahora, repitan conmigo: 'Los seres que caminan sobre dos patas, al escuchar este canto, su corazón derriten y su alma se abre de par en par'" - dijo la tortuga mientras se preparaba para el hechizo.

Lila, Ciri y Don Tómas, rodearon a la tortuga mientras repetían el verso. Las palabras flotaron en el aire y, como por arte de magia, el viento sopló fuertemente, llevando el canto hasta los oídos de los humanos.

Los humanos, sorprendidos, comenzaron a sentir algo en su interior. Uno de ellos dijo:

"Pero… ¿qué estamos haciendo? Este bosque es hermoso. Siempre hemos querido preservar la belleza de la naturaleza".

"¡Claro! ¡Detengamos esto!" - exclamó otro.

Con ese cambio de corazón, los humanos decidieron cancelar su proyecto y se unieron a los animales del bosque para plantar más árboles y cuidar del ecosistema.

"¡Lo logramos!" - gritó Lila, llena de alegría.

"¡Gracias a todos!" - dijo Ciri, sonriendo con su pequeño pico.

Desde aquel día, el Bosque de los Susurros se convirtió en un lugar aún más especial, donde humanos y animales aprendieron a vivir juntos en armonía. Y siempre que el viento soplaba, un suave murmullo podía escucharse entre las hojas, recordando a todos la importancia de cuidar de su hogar.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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