El Bosque Mágico
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, los niños pasaban los días corriendo por los prados y jugando entre los árboles. Sin embargo, había algo que les preocupaba: el bosque que rodeaba su hogar comenzaba a desaparecer, y con él, muchas criaturas que solían visitarles.
Un día, mientras jugaban en un claro del bosque, un fuerte rugido resonó en el aire. Los niños se miraron con miedo, pero también con curiosidad. Al acercarse al sonido, encontraron a un dragón anciano de escamas verdes y ojos ambarinos que destellaban sabiduría y bondad.
"¡Hola, pequeños! Soy Nimbis, el dragón ecológico. He estado cuidando este bosque por siglos, pero ahora necesita de nuestra ayuda" - dijo Nimbis con voz potente pero amable.
Los niños, impresionados, preguntaron al unísono:
"¿Qué podemos hacer para ayudar?"
"Este bosque está enfermo. Los humanos han olvidado cómo cuidarlo, y los árboles están siendo talados sin pensar en las criaturas que los habitan. Si no hacemos algo, todo desaparecerá en la tristeza" - explicó Nimbis, moviendo su cola majestuosamente.
Decididos a ayudar, los niños, liderados por Sofía, una pequeña entusiasta de las plantas, y Tomás, un inventor nato, se unieron a Nimbis en una emocionante aventura para salvar el bosque. Nimbis les enseñó sobre la importancia de cada especie y cómo cada árbol, flor y hoja trabaja en armonía.
"Vamos a plantar un bosque mágico que atraerá a todos los seres que han partido" - propuso Nimbis con una sonrisa.
Para hacer esto, necesitarían semillas especiales que solo se encontraban en la parte más profunda del bosque, donde había sombras y los árboles eran más viejos. Pero había un problema: un grupo de mineros había llegado al pueblo, y estaban decididos a talar esa parte del bosque para buscar tesoros.
"¡No podemos permitir que esto suceda!" - gritó Tomás, apenado por la idea de perder su hogar.
"Tenéis que ayudarme a hablar con ellos. A veces, todo lo que necesitan es entender el valor de lo que van a destruir" - sugirió Nimbis con confianza.
Los niños, un poco escépticos, decidieron intentarlo. Se acercaron al campamento de los mineros, y Sofía, con su valentía, comenzó a hablar:
"¡Hola! Nos llamamos los Guardianes del Bosque, y hemos venido a pedirles que no talen más árboles. Cada uno de ellos tiene un hogar y una historia que contar".
Los mineros, sorprendidos por la llegada de los niños y el dragón, escucharon con atención. Algunos estaban más dispuestos a cambiar que otros. Uno de ellos, un hombre mayor llamado Horacio, se sintió conmovido.
"Yo también solía jugar aquí de niño. Nunca pensé en lo que significaba para los demás" - confesó Horacio, mirando al dragón con admiración.
Nimbis se acercó, extendiendo sus alas y mostrando su majestuosidad.
"Debemos trabajar juntos. Si dejan el bosque en paz, podemos mostrarles cómo cuidar la tierra y también disfrutar de sus tesoros. Hay un mundo mágico esperando a ser descubierto".
Los mineros, inspirados por la pasión de los niños y la presencia del dragón, decidieron colaborar. En lugar de talar, se unieron para aprender sobre ecología y plantaron árboles juntos. Así, junto a Nimbis, Sofía, Tomás y el resto de los niños, comenzaron a plantar las semillas mágicas en un rincón especial del bosque.
Poco a poco, el bosque comenzó a florecer. Flores de colores vibrantes crecieron, y los animales regresaron a sus hogares. Todos trabajaron en equipo, creándose un vínculo especial entre los humanos y la naturaleza.
Con el tiempo, el bosque se convirtió en un lugar donde todos podían venir a aprender sobre la importancia de cuidar el medio ambiente, y Nimbis se convirtió en el guardián no solo de ese bosque, sino de todos los corazones que lo habitaban.
Así, los niños aprendieron que con pequeñas acciones, el cambio es posible. La historia de El Dragón Ecológico se convirtió en leyenda, recordando a todos que proteger el medio ambiente es un trabajo en equipo.
FIN.