El cabello rosa de Mitsuri


Había una vez una chica llamada Mitsuri, a quien le encantaba tocar el contrabajo. Pero había algo que la hacía sentir diferente y rara: su cabello era de un color rosa brillante y largo hasta los pies.

La gente solía mirarla extrañada y hacer comentarios desagradables sobre su apariencia. Un día, cansada de sentirse juzgada por su cabello, Mitsuri decidió taparlo con un gran sombrero.

Aunque se sentía triste por ocultar su singularidad, pensó que sería mejor así para evitar las miradas indiscretas. Un buen día, mientras caminaba por el parque con su sombrero puesto, escuchó hermosos sonidos provenientes de un lugar cercano. Se acercó curiosa y descubrió a un chico tocando el violonchelo.

Era Tokito, uno de los pilares del mundo musical. Mitsuri se sintió emocionada al encontrar a alguien tan talentoso como ella en el mundo de la música. Decidida a no esconderse más bajo su sombrero, se acercó tímidamente hacia él.

-¡Hola! Soy Mitsuri -dijo con entusiasmo-. Me encanta tocar el contrabajo y también tengo algo especial: mi cabello rosa. Tokito sonrió amablemente y respondió:-¡Qué maravilla! El arte es diverso y cada uno tiene algo único que ofrecer.

No deberías avergonzarte de tu cabello ni ocultarlo bajo ese sombrero. A partir de ese momento, Mitsuri se dio cuenta de que no tenía nada de malo ser diferente.

Su cabello rosa era parte integral de quién era ella como persona y como músico. Decidió ser valiente y enfrentar al mundo con su verdadera identidad. Con el tiempo, Mitsuri tuvo la oportunidad de conocer a otros pilares del mundo musical, como Shinobu y Tanjiro.

Juntos, compartieron sus talentos, se apoyaron mutuamente y formaron una hermosa amistad. Un día, mientras exploraban el bosque, encontraron a Nezuko, una niña pequeña que había perdido su camino. Mitsuri y los demás pilares se acercaron a ella con amor y compasión.

-¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? -preguntó Mitsuri con ternura. Nezuko asintió tímidamente y les contó su historia. Los pilares decidieron ayudarla a encontrar su camino de regreso a casa.

A lo largo de ese viaje juntos, Mitsuri descubrió algo sorprendente: ella era un pilar también. Su amor por la música y su cabello rosa eran parte de su fuerza interior.

Se dio cuenta de que no importaba cuán diferente o rara pudiera parecer ante los demás; lo importante era seguir siendo fiel a sí misma y utilizar sus dones para hacer del mundo un lugar mejor.

Al finalizar la aventura junto a Nezuko y los demás pilares, Mitsuri comprendió que todos somos únicos en nuestra forma de ser e importantes en este vasto universo musical. Aprendió que el amor propio es fundamental para enfrentar cualquier desafío que se presente en nuestro camino.

Y así, Mitsuri siguió tocando el contrabajo con pasión y alegría, llevando consigo siempre la lección aprendida: nunca debemos avergonzarnos de lo que nos hace diferentes, sino abrazarlo y compartirlo con el mundo.

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