El camino de los dulces y el amor desinteresado


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, dos hermanitos llamados Hansel y Gretel. Vivían con su padre y su madrastra en una modesta casita cerca del bosque.

Un día, mientras jugaban cerca de la casa, encontraron un camino lleno de dulces y joyas brillantes. Los ojos de los niños se iluminaron al ver todas esas delicias. Sin pensarlo dos veces, empezaron a reagarrar todos los dulces y joyas que encontraban en el camino.

Rápidamente llenaron sus bolsillos con golosinas y adornos relucientes. Llenos de alegría regresaron a su casa para mostrarle a su padre lo que habían encontrado.

Al entrar, notaron que algo extraño estaba ocurriendo: la casa estaba limpia y ordenada, muy diferente a como ellos la dejaron antes de salir.

Confundidos pero emocionados por compartir sus hallazgos, llamaron a su padre:"- ¡Papá! ¡Mira todo lo que encontramos en el bosque!"El padre miró sorprendido las manos llenas de dulces y las joyas brillantes. Pero la madrastra no parecía estar tan feliz como ellos:"- Esto no puede ser bueno", murmuró entre dientes. La madrastra era una mujer codiciosa y ambiciosa que siempre buscaba obtener más riquezas sin importarle las consecuencias.

No podía soportar ver cómo sus hijastros tenían algo valioso sin haberlo obtenido con esfuerzo.

Decidida a descubrir el origen de esos tesoros, esperó hasta que los niños se durmieran esa noche para seguirlos sigilosamente al día siguiente cuando volvieran al bosque. Al amanecer, Hansel y Gretel se despertaron emocionados por volver a reagarrar más dulces y joyas. Sin saberlo, la madrastra los seguía de cerca mientras caminaban por el mismo camino que habían encontrado antes.

Pero esta vez, en lugar de encontrar golosinas y adornos, llegaron a una pequeña cabaña en medio del bosque. La puerta estaba entreabierta y un aroma delicioso salía de ella.

Intrigados, los hermanitos entraron con cautela y descubrieron que dentro había una anciana amable y bondadosa llamada Rosa. Ella les explicó que las golosinas y joyas eran parte de un misterio encantado que solo podía ser desvelado por aquellos con buen corazón.

Rosa les contó sobre una antigua leyenda donde se decía que si alguien encontraba el camino lleno de tesoros pero no caía en la tentación de quedarse con ellos egoístamente, recibirían la verdadera recompensa: la felicidad eterna. Hansel y Gretel entendieron entonces todo lo sucedido.

Habían pasado la prueba al compartir sus hallazgos con su padre e incluso con su malvada madrastra. El verdadero tesoro era la generosidad y el amor desinteresado que habían demostrado.

Llenos de gratitud hacia Rosa, los niños regresaron a casa para contarle todo a su padre. Al escuchar la historia, él comprendió cuánto había fallado al casarse con una mujer tan mezquina como su madrastra.

Decidiendo hacer lo correcto, el padre confrontó a su esposa sobre sus acciones egoístas y decidió separarse de ella para siempre. Desde ese día, la felicidad volvió a reinar en la vida de Hansel y Gretel.

Aprendieron que el verdadero tesoro no está en las cosas materiales, sino en los valores que tenemos dentro de nosotros mismos. A partir de ese momento, se prometieron ser siempre generosos y amables con los demás.

Y así, Hansel y Gretel vivieron felices el resto de sus días, compartiendo su amor y generosidad con todos aquellos que encontraban en su camino. Y cada vez que recordaban aquel bosque lleno de dulces y joyas, sonreían sabiendo que habían encontrado el auténtico tesoro: el amor incondicional.

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