El canto mágico de Cantorín
Había una vez un niño llamado Martín, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de árboles frondosos. A Martín le encantaba pasar sus días explorando la naturaleza y jugando con los animales que habitaban en ella.
Un día, mientras caminaba por el bosque, Martín se encontró con un gallo muy peculiar. Tenía plumas de colores brillantes y cantaba una melodía alegre y contagiosa.
El gallo se acercó a Martín y le dijo:- ¡Hola, niño! Soy el gallo Cantorín, ¿te gustaría escuchar mi canción? Martín asintió emocionado y el gallo comenzó a cantar con tanta alegría que los pájaros del bosque se unieron a coro.
Martín quedó maravillado por la belleza de la música y decidió llevar al gallo Cantorín a su casa para que pudiera seguir cantando para él todos los días.
Al llegar a su hogar, Martín presentó al gallo Cantorín a su abuelo, Don Manuel, quien era conocido en el pueblo por ser un hombre honesto y sabio. Don Manuel observó al gallo con curiosidad y luego miró a su nieto con ternura. - Martín, este gallo es muy especial.
Su canto trae alegría a todos los que lo escuchan, pero recuerda siempre ser honesto y cuidar de él como se merece -le advirtió Don Manuel. Los días pasaron y Martín disfrutaba de la compañía del gallo Cantorín, quien cada mañana lo despertaba con su hermosa canción.
Sin embargo, un día llegaron al pueblo unos comerciantes deshonestos que ofrecieron comprar al gallo por una gran suma de dinero. Martín sintió la tentación de aceptar la oferta, pero recordó las palabras de su abuelo sobre la importancia de ser honesto.
Así que rechazó la propuesta de los comerciantes y decidió seguir cuidando del gallo Cantorín con amor y respeto.
Esa misma noche, mientras dormían bajo el árbol más grande del pueblo, el gallo Cantorín emitió un canto tan hermoso que las estrellas brillaron con más intensidad en el cielo. Fue entonces cuando Martín comprendió que la verdadera riqueza no está en el dinero sino en tener amigos verdaderos y en ser fiel a uno mismo.
Desde ese día, Martín siguió creciendo rodeado de amor, honestidad y alegría gracias a la amistad del gallo Cantorín y a las enseñanzas sabias de su abuelo Don Manuel.
Y juntos vivieron muchas aventuras más bajo la sombra protectora del árbol milenario que había visto crecer aquella bonita amistad entre un niño, un gallo y la magia de la naturaleza.
FIN.