El Conejito Agradecido
Había una vez, en el corazón de un espeso bosque, un pequeño conejito llamado Rabo de Nube. Era un conejito curioso y travieso, siempre explorando cada rincón del bosque. Su mami le decía a menudo:
"Rabo, ten cuidado. Este bosque está lleno de sorpresas, pero no todas son buenas".
Un día, durante sus aventuras, Rabo de Nube se internó más lejos de lo habitual. Saltaba de un lado a otro, disfrutando del sol que filtraba entre los árboles, cuando de repente, ¡se encontró con un enorme zorro! El zorro tenía una mirada astuta y, al ver al conejito, no pudo evitar lamerse los labios.
"¡Hola, conejito!" dijo el zorro, tratando de sonar amistoso. "¿Vienes a jugar conmigo?".
Rabo de Nube, aunque algo asustado, intentó mantener la calma.
"Um... no, gracias. Yo... yo tengo que irme a casa" respondió el conejito, intentando retroceder.
Pero el zorro se abalanzó hacia él con rapidez. En ese momento, un pequeño buti, un pájaro divertido que siempre estaba alrededor, vio lo que sucedía. Sin pensarlo dos veces, voló en círculos alrededor del zorro, haciéndolo distraer.
"¡Rabo! ¡Corre! Yo te cubro!" gritó el buti mientras zigzagueaba en el aire.
Rabo de Nube aprovechó la distracción y salió corriendo a toda velocidad, guiándose por la voz del buti.
"¿Por dónde?" preguntó con el corazón latiendo fuerte.
Y el buti dijo
"¡Por aquí! ¡A la derecha!".
El zorro, frustrado por no poder atrapar al conejito, intentó atrapar al buti. Pero este voló hacia una rama alta y segura, mientras Rabo de Nube conseguía llegar a un arbusto espeso.
Una vez en el arbusto, Rabo de Nube se escondió, temblando de miedo pero también aliviado de haber escapado.
"¡Gracias, buti! Eres mi héroe!" exclamó Rabo, asomando su pequeña cabeza entre las hojas.
El buti, picoteando una semilla, sonrió orgulloso.
"¡No hay de qué! Pero hay que tener cuidado, amiguito. Este bosque es bonito, pero también tiene sus peligros. ¿Qué vas a hacer ahora?".
Rabo de Nube sintió una gran gratitud en su corazón.
"Voy a hacer algo especial para agradecerte. ¡Te invitaré a un picnic!".
Así que Rabo de Nube corrió de regreso a casa. Reunió algunas de sus zanahorias favoritas y un poco de pasto fresco. Preparó una cesta y se dirigió a su amiga la ardillita, que siempre le ayudaba a organizar las mejores fiestas.
Al día siguiente, con la cesta llena, Rabo de Nube buscó a su héroe, el buti.
"¡Buti!" gritó. "Tengo algo para ti!".
El buti se posó en su hombro mientras Rabo mostraba todos los deliciosos manjares que había preparado.
"Esto es solo para ti, como agradecimiento por salvarme".
El buti, conmovido, contestó:
"¡No era necesario! La amistad es un regalo suficiente".
Entonces decidieron invitar a otros amigos: la ardilla, la tortuga y el ciervo. Todos se reunieron bajo el árbol más grande del bosque, donde compartieron risas, historias y deliciosos bocados.
"Uno nunca sabe cuándo puede necesitar ayuda, por eso siempre es bueno ser agradecido y cuidar de los amigos" dijo la tortuga,
Y así, Rabo de Nube comprendió el verdadero significado de la amistad y la gratitud. Aprendió que cuidar y ayudar a otros también es una manera de agradecer por lo que hacen por nosotros. Desde ese día, Rabo siempre estaba atento a las necesidades de sus amigos, dispuesto a ayudar, justo como el buti había hecho por él.
Y el bosque nunca fue tan alegre como en aquel pic nic, lleno de risas y promesas de aventuras por venir. En los días que siguieron, Rabo de Nube y sus amigos se volvieron inseparables, recordando siempre que juntos son más fuertes y que siempre hay que estar agradecidos por aquellos que nos cuidan.
Y así, el conejito lleno de gratitud se convirtió en un ejemplo de valentía y amistad en todo el bosque, inspirando a otros a cuidar de quienes los rodean.
Fin.
FIN.