El Cumpleaños Sorprendente de Juan Segundo
Era un día radiante en el barrio, y Juan Segundo estaba que no podía más de la emoción. Hoy cumplía 8 años y había planeado un cumpleaños espectacular. Su mamá, Doña Clara, le había prometido una fiesta con la calesita del parque, su comida favorita y, por supuesto, una gran torta con velitas.
"- ¡Mamá! ¿Ya llegaron los invitados?", preguntó Juan con una mezcla de ansiedad y alegría.
"- No te preocupes, Juan. Aquí habrá diversión para rato", respondió Doña Clara mientras decoraba el salón con globos de colores.
El papá de Juan, Don Pedro, estaba en la cocina, preparando unas empanadas deliciosas y el aroma llenaba el aire.
"- Papá, ¿qué tal va la comida?", inquirió Juan, con sus ojitos brillando.
"- Vamos bien, hijo. Pero necesitamos que tus amigos lleguen pronto. ¡No quiero que se enfríen!", dijo Don Pedro con una sonrisa de oreja a oreja.
Al rato, los amigos de Juan comenzaron a llegar: Lucas, Sofía, y un grupo de chicos que siempre lo acompañaban en sus aventuras. Todos estaban listos para jugar, reír y disfrutar de la fiesta. Cuando todos se reunieron, Juan se sintió el más feliz del mundo.
"- ¡Es hora de la calesita!", exclamó Juan emocionado, y todos corrieron hacia el parque. La calesita giraba y giraba, iluminada con luces coloridas. Juan, subido en su caballo de madera, gritaba de felicidad.
"- ¡Mirá cómo me agarro! ¡Soy un pelotero en el aire!", se reía mientras su amiga Sofía decía:
"- ¡Cuidado, no te caigas, Juan!"
Después de varias vueltas, volvieron a la casa, donde la mesa estaba servida con un montón de delicias. Pero mientras cantaban el cumpleaños feliz, Juan notó algo extraño. "- Mamá, ¿dónde está mi torta?" preguntó, llenando su voz con preocupación.
"- Oh no, creo que la dejé en la nevera. ¡Voy a buscarla enseguida!", dijo Doña Clara mientras corría a la cocina. Juan y sus amigos se miraron, preocupados por si la torta se había perdido para siempre.
"- No te preocupes, seguro que ya vuelve con la torta", alentó Lucas.
Pero, para su sorpresa, cuando Doña Clara volvió de la cocina, no traía solo la torta. ¡Traía una increíble sorpresa! Detrás de ella, empujando una mesa, estaba ¡una piñata gigante en forma de pelota de fútbol! Todos los niños quedaron boquiabiertos.
"- ¡Tarán! ¡Sorpresa!", gritó Doña Clara. "- ¡Felices 8 años, Juan! No sólo hay torta, sino también una piñata llena de sorpresas y dulces para todos."
"- ¡No lo puedo creer! Esto es increíble, gracias mamá!", gritó Juan, que se sentía el niño más afortunado del mundo.
"- ¡Juguemos! Yo quiero romperla primero", dijo Sofía mientras se acercaba con un palo. Todos dieron saltitos de emoción y formaron un círculo alrededor de la piñata. Uno a uno fueron intentando romperla, hasta que al final, Juan tomó el palo con mucha determinación.
"- ¡Vamos a hacerlo!", gritó y, con un fuerte golpe, ¡CRACK! La piñata se rompió y golosinas y juguetes volaron por todo el jardín. Los niños corrieron como locos a recoger las sorpresas.
"- ¡Esto es mejor que un partido de fútbol! , dijo Lucas mientras llenaba su mochila de caramelos. Todos compartieron risas y dulces mientras recordaban lo divertido que había sido.
Finalmente llegó el momento de soplar las velas de la torta. Juan pidió un deseo muy especial en voz baja y con una sonrisa en su rostro. No necesitaba decirlo, porque toda la alegría del día eran suficiente. Cuando terminó de soplar las velas, sus amigos lo aplaudieron y Doña Clara le preguntó:
"- ¿Qué pediste, Juan?"
"- Pedí que cada cumpleaños sea así de especial, con amigos, juegos y la mejor calesita del barrio." Todos rieron y Juan sintió que el verdadero regalo era la amistad y esos momentos compartidos.
La fiesta terminó al caer la tarde; pero en el corazón de Juan, el espíritu del cumpleaños seguiría brillando por mucho tiempo. Aprendió que lo que importa no son solamente los regalos, sino los momentos hermosos que se crean con las personas que queremos. Y así, quedó marcado en su memoria como un día extraordinario.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.