El Día Mágico de María en la Playa



Era un día soleado cuando María decidió que era el momento perfecto para ir a la playa. Se puso su sombrero de colores, su traje de baño y llevó su bolsito con juguetes de arena. Con una sonrisa enorme, salió de casa.

- ¡Mamá! - gritó María - ¡Me voy a la playa!

- ¡Divertite, pero ten cuidado con el sol! - respondió su mamá desde la cocina, mientras preparaba algo de comer.

María llegó a la playa y lo primero que hizo fue correr hacia la orilla. El agua brillaba como un millón de diamantes. Cuando sumergió sus pies en el agua, sintió una frescura deliciosa.

- ¡Esto es increíble! - exclamó, saltando de alegría.

Mientras construía un castillo de arena, conoció a un niño llamado Tomás que también estaba armando su propia creación.

- ¡Hola! - lo saludó María - ¿Querés que hagamos un castillo gigante juntos?

- ¡Sí! - contestó Tomás entusiasmado. - ¡Somos los mejores constructores de castillos del mundo!

Juntos comenzaron a trabajar, y mientras apilaban la arena, se dieron cuenta de que tenía un color diferente.

- ¿Viste esto? - preguntó Tomás. - La arena es de un color dorado, nunca había visto algo así.

- ¡Es una playa mágica! - exclamó María, asombrada. - ¡Vamos a explorarlo!

Después de un rato, se encontraron con un pequeño grupo de niños recolectando caracoles. Se acercaron curioso.

- ¡Miren esto! - dijo una niña llamada Sofía, mostrando un caracol con un diseño impresionante. - ¡Es el caracol de la amistad! Dicen que si lo llevas a casa, siempre tendrás buenos amigos.

María y Tomás se miraron emocionados.

- ¿Querés que busquemos uno? - le preguntó María a Tomás.

- ¡Sí! - respondió él. - Vamos a buscar el caracol más bonito de la playa.

Mientras exploraban, encontraron muchas conchas y piedras preciosas. Cada vez que encontraban algo especial, se lo mostraban a los demás.

- Miren este mosaico de piedras, podríamos hacer un arte juntos - dijo Sofía, y todos comenzaron a reunir más piedras.

Con su creatividad, hicieron una hermosa obra de arte en la arena.

- ¡Este es nuestro arte de playa! - gritaron todos juntos, llenos de orgullo.

Cuando el sol comenzó a ponerse, María se dio cuenta de que era hora de irse, pero no antes de despedirse de sus nuevos amigos.

- Fue un día increíble - comentó ella, mirando el horizonte con el cielo pintado de naranja.

- Sí, ¿por qué no volvemos mañana? - sugirió Tomás. - Podríamos hacer más arte juntos y buscar más caracoles.

- ¡Eso sería genial! - respondió María sonriendo.

En el camino de vuelta a casa, María pensó en todo lo que había aprendido en la playa. Se sentía feliz de haber hecho nuevos amigos y de haber compartido una aventura inolvidable.

- ¡Mamá, hoy fue un día mágico! - le contó a su madre al llegar a casa. - Hice amigos y creamos un arte hermoso en la playa. ¡Quiero volver mañana!

- Estoy muy feliz por vos, María - la abrazó su mamá. - A veces, los mejores días son los que compartimos con amigos y la naturaleza.

María se fue a dormir esa noche con una gran sonrisa, soñando con más aventuras en la playa y con la certeza de que la verdadera magia estaba en la amistad y la creatividad que habían compartido.

Y así, cada verano, María y sus amigos se encontraban en la playa, creando nuevas historias y recuerdos que durarían para siempre.

FIN.

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