El Día que León no Podía Crear
Era un día soleado en el pequeño pueblo de Cuentilandia. León, un simpático niño con una enorme imaginación, se sentó en su escritorio con un cuaderno y un lápiz. Todos los días, León inventaba historias mágicas que compartía con sus amigos en la plaza. Pero, hoy algo no andaba bien.
- ¿Por qué no se me ocurre nada? -se preguntó León, frunciendo el ceño.
Miró por la ventana, buscando inspiración en el cielo azul. Pero el tiempo pasaba y su cuaderno seguía vacío.
- ¡No puede ser! -exclamó León, pateando suavemente su silla- ¿Qué me pasa?
En ese momento, entró su amiga Sofía.
- ¿Qué te ocurre, León? -preguntó Sofía, notando la frustración en su rostro.
- No puedo inventar un cuentito. ¡Me desespera! -respondió León, apoyando su cabeza sobre el cuaderno.
- ¿Y por qué no intentás buscar ayuda? -sugirió Sofía sonriendo.
León se preguntó si eso podría funcionarle. Así que decidió invitar a sus amigos, Max y Valentina.
- Chicos, ¿pueden ayudarme? No se me ocurre ninguna idea.
- Claro, -dijo Max, llenándose de entusiasmo- juguemos a un juego. Vamos a inventar una historia juntos. Comenzaré yo.
Max se acomodó y comenzó:
- Érase una vez un dragón que vivía en la nube más alta...
León lo interrumpió, un poco frustrado.
- Pero, ¿cómo puede vivir un dragón en una nube?
- ¡Es un dragón especial! -contestó Valentina, riéndose. ¡Su trabajo era hacer lluvia!
Los amigos se rieron juntos y así nació una historia fantástica. León se sintió mejor, pero aún no era suficiente para él.
- ¿Qué tal si le hacemos un amigo al dragón? -dijo León, entusiasmado.
- Sí, podríamos inventar un niño que suba en una escalerita hasta la nube -añadió Sofía.
Así, con cada sugerencia, la historia fue tomando forma. No solo na historia del dragón, sino un mundo de aventuras, donde la amistad y la ayuda mutua eran la clave para superar desafíos.
Después de una hora, los cuatro amigos leyeron lo que habían creado.
- ¡Es increíble! -exclamó León, emocionado.
- ¿Ves? No siempre hace falta hacerlo solo -le dijo Sofía con una sonrisa.
León se sintió aliviado y feliz. Comprendió que la creatividad no siempre surge de forma individual, a veces se necesita un poco de ayuda. Juntos, habían construido algo hermoso.
Al final del día, León miró su cuaderno. Aunque al principio estuvo vacío, hoy se llenó de letras, risas y magia, gracias a la amistad.
- Gracias, amigos. Por hoy aprendí que los mejores cuentos se hacen en equipo. -dijo León.
- Y concediendo un poco de ayuda también -agregó Max.
Desde ese día, León siempre recordaría que, a veces, pedir ayuda podría ser la clave para florecer en la creatividad. Y así, cada vez que se sentía estancado, sabía que podía confiar en sus amigos. Porque juntos, podían crear historias increíbles.
FIN.