El dragón hambriento y los duendes valientes



En un bosque encantado, vivía un dragos llamado Drago que siempre tenía hambre. Su estómago rugía con tanta fuerza que las llamas salían disparadas por su boca, asustando a todos los habitantes del lugar.

Un grupo de duendes valientes, liderados por el astuto Grillo, decidieron ayudar al pobre Drago. Habían recolectado una gran cantidad de frutas y verduras durante el verano, sabiendo que el invierno sería duro y la comida escasearía.

Al enterarse de la situación del dragón hambriento, los duendes se reunieron en consejo y acordaron llevarle toda la comida que habían guardado con tanto esfuerzo. Con cestas llenas de manzanas jugosas, zanahorias crujientes y bayas dulces, partieron hacia la cueva donde habitaba Drago.

Al llegar a la cueva, encontraron al dragón echando humo por las narices y con una mirada triste en sus ojos amarillos. Los duendes se acercaron con cautela, ofreciéndole los alimentos que habían traído.

"¿Qué es esto?" - preguntó Drago sorprendido. "Es comida para ti, querido amigo" - respondió Grillo con una sonrisa amable. Drago no podía creerlo. Nadie antes había mostrado tanto amor y generosidad hacia él.

Comenzó a devorar los alimentos con avidez, saboreando cada bocado como si fuera el más delicioso de su vida. Después de comerse toda la comida que los duendes le habían llevado, Drago se sintió lleno y feliz como nunca antes lo había estado.

Sus llamas internas se apaciguaron y su corazón se llenó de gratitud hacia aquellos pequeños seres bondadosos. "¡Gracias amigos! Nunca olvidaré este gesto tan noble" - dijo Drago emocionado. "No hay nada que agradecer, querido Drago.

Estamos felices de poder ayudarte" - respondió Grillo con sinceridad. Desde ese día en adelante, Drago se convirtió en el protector del bosque encantado junto a sus nuevos amigos duendes.

Juntos compartieron aventuras emocionantes y aprendieron el verdadero valor de la amistad y la solidaridad. Y así fue como el dragón hambriento encontró no solo alimento para su cuerpo, sino también nutrición para su alma gracias al amor incondicional de los duendes.

Y juntos vivieron felices para siempre en armonía y alegría en aquel mágico bosque encantado.

FIN.

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