El Dragón y el Fantasma Enamorados



Había una vez, en un reino muy lejano, un dragón llamado Dracón que vivía en las profundidades de una oscura cueva. Dracón era un dragón especial, ya que no le gustaba asustar a la gente. En lugar de eso, soñaba con volar libremente por los cielos y hacer amigos. Sin embargo, debido a su enorme tamaño y su imponente aspecto, los habitantes del reino siempre corrían asustados al verlo.

Un día, mientras salía a volar por el cielo, Dracón se encontró con un misterioso castillo en una colina. Allí, conoció a un fantasma llamado Fantin. A diferencia de otros fantasmas, Fantin no era ni terrorífico ni solitario; siempre había deseado tener un amigo con quien compartir su tiempo divertido.

"Hola, soy Dracón, el dragón. ¿Quién eres tú?" - preguntó Dracón con voz amigable.

"¡Hola! Soy Fantin, el fantasma. ¿No me tienes miedo?" - respondió el espectro, un poco inseguro.

"¡Para nada! No todos los dragones asustan, y tú no pareces terrorífico," - dijo Dracón, sonriente. "¿Te gustaría volar conmigo?"

Fantin miró las nubes altas con asombro. Nunca había volado antes.

"¡Pero soy un fantasma! No tengo alas..." - se lamentó.

"No importa. ¡Montá en mi lomo! Te llevaré, y verás cómo se siente!" - animó Dracón.

Con un poco de incertidumbre pero mucha emoción, Fantin se subió al lomo del dragón y, juntos, despegaron hacia el cielo. La risa de Fantin resonaba entre las nubes como un canto alegre, y Dracón se sentía más ligero que nunca.

A medida que pasaban los días, Dracón y Fantin se volvieron inseparables. Pero un día, mientras exploraban la parte más lejana del bosque, se toparon con un grupo de niños que estaban construyendo una choza de ramas. Al ver a Dracón, los niños gritaron y comenzaron a correr.

"¡No! Esperen!" - exclamó Dracón, tratando de calmar su miedo. "Soy un dragón amable. Solo quiero jugar."

Pero los niños no escucharon. Fantin, viendo que su amigo estaba triste, tuvo una idea brillante.

"Quizás podamos mostrarles que somos buenos amigos. ¡Hagamos algo especial!" - sugirió el fantasma.

Así que, ambos se pusieron a trabajar. Dracón usó su fuego para crear un espectáculo de luces en el cielo, mientras Fantin asustaba un poco a los árboles para que los niños se acercaran. Cuando los pequeños finalmente se atrevieron a acercarse, encontraron un hermoso arcoíris y muchas risas.

"¿Esto es lo que hacen los dragones?" - preguntó uno de los niños, maravillado.

"¡Sí!" - respondió Dracón, mientras sonreía de oreja a oreja. "¡Y puedo volar más cerca!"

Finalmente, los niños comprendieron que Dracón y Fantin no eran peligrosos, sino que eran amigos que sólo querían divertirse y compartir su alegría.

Con el tiempo, todos comenzaron a jugar juntos, y el dragón y el fantasma se convirtieron en los héroes del reino, demostrando que no importa cómo uno se vea, siempre se puede ser un buen amigo.

Muchos años después, cuando Dracón y Fantin se sentaron juntos en su lugar especial, entre las nubes y estrellas, se miraron y ambos sintieron un cosquilleo en el corazón.

"Te quiero, Fantin," - dijo Dracón, lleno de gratitud.

"¡Yo también te quiero, Dracón!" - respondió Fantin, sonriendo feliz.

Y así, en lo alto de su mundo, el dragón y el fantasma no solo se habían encontrado a sí mismos, sino que también habían encontrado el amor en su hermosa amistad.

Desde entonces, siempre volaron juntos, recordando a todos que el verdadero amor y la amistad no conocen límites ni formas, y que lo más importante es lo que llevamos en el corazón.

FIN.

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