El Fantasma de la Biblioteca Perdida



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Ariel que amaba leer más que nada en el mundo. Cada tarde, después de la escuela, se pasaba horas en la biblioteca del pueblo, un lugar repleto de libros de aventuras, cuentos de hadas y relatos de misterios por descubrir. Un día, mientras revisaba una estantería polvorienta en busca de algo nuevo, se topó con un libro que nunca había visto antes; este tenía una portada antigua y polvorienta.

Al abrir el libro, Ariel escuchó un susurro. Era un poco escalofriante, pero también intrigante. "Hola, humano, soy el fantasma de la Biblioteca Perdida"-, dijo una voz tenue y melodiosa. Ariel miró a su alrededor y, para su sorpresa, vio a un pequeño fantasma de color azul, con una gran sonrisa y unos ojos centelleantes.

"¿Eres un fantasma de verdad?"-, preguntó Ariel, asombrado.

"Sí, pero no te asustes. Estoy aquí para ayudar a que los libros y las historias de este lugar no caigan en el olvido"-, respondió el fantasma, que se presentó como Lumi.

Ariel, entusiasmado, se hizo amigo de Lumi. "¿Cómo podés ayudarme?"-, inquirió.

"Cada vez que alguien lee un libro, las historias cobran vida, pero si nadie lo hace, se apagan. Puedo mostrarte cómo los personajes de estos libros están siempre esperando a alguien que los elija"-, explicó Lumi.

Juntos decidieron organizar un concurso de lectura en la biblioteca, donde los niños del pueblo pudieron participar y ganar premios si leían libros en voz alta. Sin embargo, había un problema: los padres de los niños estaban ocupados y no querían que pasaran tanto tiempo en la biblioteca.

"Debemos encontrar la manera de convencer a los adultos"-, sugirió Ariel.

"Tengo una idea. Usemos las historias de los libros para inspirar a los grande"-, contestó Lumi.

Así que Ariel y Lumi se pusieron manos a la obra. Prepararon un espectáculo donde contaban las historias más emocionantes y divertidas que habían leído. Al final, invitaron a los padres a escuchar. Cuando contaron sobre un caballero que salvó a una princesa y un dragón que solo quería un amigo, los adultos comenzaron a interesarse.

"¡Esto es maravilloso!"-, exclamó una mamá.

A medida que los padres escuchaban, recordaron lo divertido que era leer y se animaron a apoyar la idea de Ariel.

El día del concurso, la biblioteca estaba llena de niños, padres y hasta abuelos. Todos estaban ansiosos por participar. Ariel se sentía nervioso, pero Lumi lo tranquilizó. "Recuerda, todos están aquí porque aman las historias, igual que vos"-. Finalmente, el concurso fue un éxito rotundo, y las risas llenaron la biblioteca como nunca antes.

"¡Vamos a hacer esto más a menudo!"-, gritó uno de los organizadores, y todos aplaudieron.

Ariel estaba feliz y satisfecho por haber despertado el interés en la lectura entre los niños y adultos de su pueblo. Lumi le sonrió. "Lo lograste, Ariel. Ahora estos libros no serán olvidados"-.

"Gracias, Lumi. No sé cómo te podré recompensar"-, dijo Ariel.

"Solo usá tu imaginación y nunca dejes de contar historias"-, respondió su amigo etéreo.

Con el tiempo, Ariel creció y nunca olvidó la importancia de la lectura y la amistad que había formado con Lumi, el fantasma de la Biblioteca Perdida. Se convirtió en un escritor y llevó a los niños de su pueblo a aventuras que nunca imaginaron. Siempre recordando que las historias son lo que nos une y nos permiten ser quienes soñamos ser.

Y así, el fantasma de Lumi se convirtió en un mito en el pueblo, un símbolo de la magia que hay en cada libro y de la importancia de nunca dejar que las historias caigan en el olvido.

FIN.

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