El Gato con Botas y el Dragón Valiente
Había una vez, en un lejanísimo reino, un gato llamado Gato con Botas. Era un gato valiente, astuto y tenaz, pero tenía un corazón aún más grande. Su mejor amigo, un pequeño ratón llamado Miguelito, estaba cautivo en la cueva del dragón, un ser enorme y temido por todos en el reino.
Una tarde, mientras todos los animales del bosque se asustaban al mencionar al dragón, Gato con Botas se armó de valor y decidió que debía intentar liberar a su amigo.
"No te preocupes, Miguelito, voy a salvarte", -aseguró Gato con Botas uniendo sus manitas frontales.
"Pero, Gato, el dragón es muy fuerte y tú ya has intentado muchas veces" -respondió Miguelito con un susurro temeroso.
Gato miró al cielo y le dijo: "La valentía no siempre es ganar. A veces es levantarse y volver a intentarlo".
Así, Gato con Botas se presentó ante la cueva del dragón, lleno de determinación. Sabía que ya había fracasado varias veces, pero esta vez haría algo diferente. "¡Dragón! ¡Sal fuera, quiero hablar contigo!"- gritó con todas sus fuerzas.
El dragón salió, sus alas hacían un ruido atronador y sus ojos brillaban con desdén.
"¿Qué quieres, pequeño gato? Te he dicho que no quiero verte aquí" -rugió el dragón.
"Solo quiero liberar a mi amigo Miguelito. Lo has tenido mucho tiempo y estoy aquí para rescatarlo" -respondió con valentía Gato con Botas.
El dragón, sorprendido por la audacidad del gato, decidió que no podía simplemente asustarlo, así que lo dejó entrar en la cueva. Pero, en lugar de pelear, Gato con Botas trató de hablar con el dragón.
"No eres realmente malo, ¿verdad? Solo estás solo y necesitas compañía" -dijo Gato mientras miraba a su alrededor.
El dragón, que nunca había tenido a nadie que hablara en lugar de gritarle o atacarlo, se sintió extraño. "Nadie me ha dicho eso antes" -murmuró suavemente. "Siempre pensé que debía ser temido".
"Podrías ser un protector, en lugar de un temido" -sugirió Gato con Botas con una sonrisa.
El dragón se detuvo a pensar. "Tal vez tenga razón. Nadie se acerca a mí, y me siento muy solo".
Gato con Botas se dio cuenta de que había encontrado una forma de ganar sin pelear, y decía siempre: "A veces, el verdadero valor está en la amistad y la empatía".
Finalmente, el dragón se sintió lo suficientemente valiente como para liberar a Miguelito. "Está bien, pequeño gato. Tu amistad ha cambiado algo dentro de mí. Miguelito, eres libre.¿Qué dices si hacemos algo juntos?" -propuso el dragón con una sonrisa.
Miguelito, asombrado y feliz, salió de su encarcelamiento, y repentinamente, en lugar de un dragón aterrador, encontró un nuevo amigo. Los tres, el gato, el ratón y el dragón, pasaron el resto de la tarde jugando y riendo juntos, haciendo que toda la selva se uniera a su alegría.
Desde aquel día, no hubo más peligro ni miedo, y el dragón fue un vigilante amable de la selva. Gato con Botas se convirtió en el héroe no solo por liberar a su amigo, sino por enseñarle a todos que a veces lo que necesitamos es abrir nuestro corazón y entender lo que otros sienten.
Y así, en el reino donde una vez había miedo, ahora había amistad, y el Gato con Botas siempre estaba dispuesto a ayudar a aquellos que lo necesitaban.
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FIN.