El gato valiente y la ratonera
Había una vez un gato llamado Gato, que era muy curioso y juguetón. Un día, mientras exploraba su vecindario, encontró una misteriosa ratonera. Sin pensarlo dos veces, se metió a investigar qué había arriba. "¡Mirá qué interesante!"-, decía mientras movía su patita entre los huecos de la trampa.
Pero, para su sorpresa, ¡la ratonera se cerró!"¡No! ¡Ayuda!"-, gritó Gato, atrapado en el milo de la trampa.
Gato no sabía qué hacer. Miró su alrededor, esperando que alguien lo rescatará. Entonces recordó a su mejor amigo Panchito, un pequeño perrito fiel y audaz que siempre estaba allí para ayudarlo. "Espero que Panchito venga pronto. ¡No quiero quedarme aquí para siempre!"- pensó con un poco de desesperación.
Mientras tanto, Panchito estaba en su casita, sintiendo que algo no estaba bien. "Algo me dice que tengo que buscar a Gato"-, murmuró. Corrió por el vecindario llamándolo. "Gato, Gato, ¿dónde estás?"-
Regresando a la ratonera, Gato seguía tratando de salir, pero resultaba imposible. De repente vio una sombra acercándose y se puso muy emocionado. "¡Panchito! ¡Estoy aquí!"- gritó.
Era Panchito, que encontraba a Gato atrapado. "No te preocupes, amigo. Voy a ayudarte, solo necesito pensar un poquito..."- dijo mientras se acercaba a la ratonera.
"¿Y cómo vas a hacerlo?"- preguntó Gato con algo de temor. "Voy a buscar algo para abrir la trampa. No te muevas y mantén la calma"-. Y así, Panchito comenzó a buscar por aquí y por allá, tratando de encontrar algo que lo ayudara.
Mientras tanto, Gato se sintió más tranquilo al saber que su amigo estaba cerca. Recordó lo importante de no rendirse. "Voy a aprender de esta experiencia, aunque esté atrapado. La próxima vez, tendré más cuidado"- pensó.
Panchito, después de un rato, encontró un palo largo que podría ayudarlo. "¡Sí! ¡Esto va a funcionar!"- dijo emocionado. Empezó a mover el palo intentando abrir la trampa, pero esta no se movía. "Ufff, esto es más difícil de lo que pensé"-, dijo, cansándose un poco.
Gato, viendo que su amigo estaba esforzándose mucho, le gritó: "¡Vamos, Panchito! ¡Yo sé que podés! ¡No te rindas!"- Eso le dio nuevas energías a Panchito. "Tenés razón, Gato. No puedo rendirme así como así!"- volvió a intentarlo.
Después de varios intentos, el palo se deslizó justo en la parte correcta. "¡Aguanta Gato!"- gritó Panchito mientras daba un empujón final al palo. Y, de repente, ¡clic! La trampa se abrió justo a tiempo y Gato pudo salir. "¡Lo lograste, Panchito! ¡Soy libre!"- gritó Gato mientras saltaba fuera.
Pero, de repente, cuando estaban celebrando, la trampa se movió otra vez y quedo atrapado un ratón travieso que también había querido investigar. "¡Ayuda!"- chilló el ratón. Gato miró a su amigo con una sonrisa. "Esta vez somos nosotros los que ayudamos. ¿Qué te parece, Panchito?"-
Panchito sonrió y dijo: "Claro, un poco de ayuda nunca está de más"-. Juntos, consultaron un plan para liberar al ratón. Gato se dio cuenta de que a veces hay que ayudar a otros también, no solo preocuparse por uno mismo. Con mucha precaución, esperaron el momento preciso.
"Ahí va! Una, dos y... ¡ya!"- gritó Gato, y Panchito empujó la trampa con sus patas.
Finalmente, el ratón fue liberado. "¡Gracias, gracias!"- gritó el ratón, sorprendido pero agradecido. "No sé qué hubiera hecho sin ustedes."-
Gato y Panchito rieron y se sintieron muy bien por haber ayudado. Desde ese día, el ratón se convirtió en un nuevo amigo del gato y el perro. Juntos, comprendieron que, aunque pueden haber obstáculos y desafíos, la amistad y la colaboración siempre son la mejor manera de superarlos.
Y así, Gato aprendió la importancia de ser cuidadoso y Panchito de no rendirse nunca. Y ellos, junto al nuevo amigo ratón, vivieron muchas más aventuras juntos.
Fin.
FIN.