El Gran Circo de la Ciudad



Era un brillante día en la ciudad y el Gran Circo de la Ciudad estaba listo para abrir sus puertas. Los colores del carpa brillaban bajo el sol y una multitud de niños y familias formaban una larga fila en la entrada. Dentro del circo, personajes de todo tipo se preparaban para deslumbrar al público.

Entre ellos, había una talentosa acróbata llamada Lila que soñaba con ser la mejor de todas. Ella pasaba horas practicando saltos y giros, poco a poco perfeccionando su técnica.

"Hoy es el día, Lila! ¿Estás lista para impresionar al público?" - le dijo su compañero, un payaso llamado Rufi.

"Sí, Rufi! Pero tengo un poco de miedo de no poder hacerlo bien ante tanta gente" - respondió Lila, mirando nerviosa hacia la entrada.

"Recuerda, el circo es para divertirnos! Si te diviertes, el público también lo hará" - le animó Rufi, haciéndole una mueca graciosa. Lila sonrió y se sintió un poco mejor.

Por su parte, los malabaristas, un dúo cómico llamado Max y Nico, estaban ensayando un truco espectacular. Max, el más serio de los dos, decía:

"¡Nico, no puedo creer que hayas olvidado traer las pelotas! ¿Cómo vamos a hacer nuestra actuación sin ellas?" -

"¡No te preocupes, Max! ¡Tengo un par de manzanas y son mucho más divertidas!" - respondió Nico mientras se reía.

Al otro lado de la carpa, los equilibristas, la pareja formada por Beto y Carla, preparaban su acto en la cuerda floja.

"Hoy debemos dar lo mejor de nosotros, Beto. No debemos caer. ¡El público quiere emoción!" - dijo Carla, mirando hacia lo alto.

"Tranquila, Carla. Si caemos, ¡haremos que parezca parte del show!" - soltó Beto riendo.

Finalmente, llegó la hora de que todos salieran a la pista. Los espectadores se acomodaron en sus asientos, y la música comenzó a sonar.

El presentador, un hombre con un gran sombrero, dio la bienvenida a todos.

"¡Bienvenidos al Gran Circo de la Ciudad! ¡Prepárense para un espectáculo inolvidable!"

Los malabaristas comenzaron su acto con las manzanas, creando un espectáculo divertido y lleno de risas. Luego, Lila se preparó para su número acrobático. Sus pies la llevaban hacia la plataforma y, antes de que se diera cuenta, estaba volando entre la multitud.

"¡Increíble, Lila!" - gritó Rufi desde el público, quien había cambiado su disfraz por uno más glamoroso.

Lila dio un brillante salto y todo el público aplaudió. Pero en medio del acto, ocurrió algo inesperado.

Una de las cuerdas de la estructura se soltó y Lila perdió el equilibrio.

"¡Lila!" - gritó Rufi, intentando contener la respiración.

En ese instante, Beto y Carla, rápidamente se unieron, buscando la manera de ayudarla. Utilizando su agilidad y sin pensarlo dos veces, corrieron a la cuerda floja, equilibrándose.

"¡Lila, concéntrate!" - le dijo Carla mientras se balanceaban.

Lila, calmando su miedo, pensó en el entrenamiento y en que estaba allí para divertirse.

"¡Yo puedo hacerlo!" - gritó, realizando una acrobacia de vuelta ante el asombro del público.

Con la ayuda de Beto y Carla, Lila logró estabilizarse y finalizar su acto con un osado salto final que dejó a todos boquiabiertos.

Al final del espectáculo, los aplausos resonaban y todos estaban felices.

"¡Ésta fue la mejor función de todas!" - comentó Max.

"Sí! ¡Lo hicimos juntos!" - añadió Nico, mientras todos se reunían.

Lila, agradecida, miró a sus amigos.

"No podría haberlo hecho sin ustedes. ¡Me enseñaron que el trabajo en equipo y la amistad son lo más importante!" - dijo Lila con una sonrisa brillante.

Y así, el Gran Circo de la Ciudad se despidió del público, con el corazón lleno y sus sueños de alegría y camaradería en el aire. El circo no solo fue un lugar de entretenimiento, sino también un escenario donde creció la amistad y la confianza.

FIN.

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