El Gran Desfile del Bosque
Era un hermoso día en el bosque y los animales estaban muy emocionados. Habían decidido organizar un desfile para mostrar sus talentos. El conejo, siempre lleno de energía, fue el primero en hablar.
"¡Hoy voy a mostrar cómo salto más alto que los árboles!" - dijo con un brillo en los ojos.
El pato, que siempre soñaba con un río imaginario, lo interrumpió entusiasmado.
"Yo voy a nadar en el río que crearemos con nuestra imaginación. ¡Va a ser genial!" - dijo mientras movía sus alas como si ya estuviera en el agua.
El mono, que nunca se podía quedar quieto, ya estaba haciendo malabares con algunas ramas.
"Y yo seré el rey del baile en los árboles. ¡Voy a hacer que todos se rían!" - exclamó haciendo un giro y cayendo de pie sobre una rama.
El elefante, que siempre había sido el más grande y fuerte, sonrió y dijo:
"Yo también tengo un talento: ¡puedo tocar la trompa como nadie!" - justo antes de soplar.
Pero, ¡qué desastre! Cuando el elefante sopló su trompa, un potente viento salió de ella y, como por arte de magia, todo lo que habían armado salió volando: las flores, los peines de ramas y hasta unos cuantos frutos colgantes.
"¡Oh no!" - gritó el conejo, mirando cómo sus cosas volaban por los aires.
"¡Tenemos que recuperarlas!" - exclamó el pato, su vuelo imaginario interrumpido por el caos.
Sin pensarlo, el grupo se reunió para pensar en un plan. El conejo decidió que saltaría alto para ver donde había aterrizado todo.
"Desde arriba, podré ver lo que se perdió. ¡Voy!" - con un salto impresionante, el conejo se elevó en el aire.
Mientras tanto, el pato, aprovechando que la trompa del elefante había creado un viento fuerte, se puso a volar también.
"¡Aquí arriba! ¡Veo algo brillante!" - el pato gritó emocionado.
"Es la corona de flores que hicimos!" - dijo el conejo desde lo alto.
El mono se balanceó de rama en rama, riendo y buscando más cosas que habían volado.
"¡Encontré un montón de frutos! ¡Están todos en el arbusto del lado del río!" - anunció feliz.
Con cada hallazgo, los animales se animaban más. Todos se dieron cuenta de que aunque habían perdido muchas cosas, era divertido trabajar en equipo.
Después de unos minutos, el elefante, sintiéndose un poco culpable, decidió que podía ayudar también.
"Yo puedo usar mi trompa para traer los frutos grandes desde el arbusto. ¡Dejame intentar!"
El pato lo observaba y rápidamente dijo:
"¡Genial! Puedo guiarte desde el aire. ¡Vamos, elefante!"
Con su gran trompa, el elefante recolectó los frutos y todo lo que había volado, mientras el pato le indicaba el camino. El conejo continuaba saltando para buscar desde arriba y el mono seguía dando vueltas, ayudando a recoger los restos y, sobre todo, para darle risas a todos.
Finalmente, una vez que habían recolectado todo, los animales se sentaron juntos.
"¡Lo logramos!" - dijo el mono riendo al ver todo nuevamente en su lugar.
"Es increíble lo que se puede hacer en equipo" - reflexionó el pato.
"No importa lo grande que sea el problema, siempre se puede solucionar cuando nos unimos y usamos nuestros talentos" - concluyó el conejo.
El elefante sonrió al ver que sus amigos lo habían perdonado y todos rieron juntos.
"Ahora, como recompensa por nuestro trabajo en equipo, deberíamos hacer el desfile de todos modos!" - gritó el mono.
Y así, los animales, casi sin tiempo para descansar, comenzaron su gran desfile en el bosque, donde cada uno mostró su talento, no solo con habilidades individuales, sino como un verdadero equipo que había sabido superar las adversidades.
El bosque resonó con risas, saltos y mucho baile, enseñando a todos que cuando trabajamos juntos, ¡podemos hacer magia!
Y fueron felices, cada uno con su talento especial, pero sobre todo, disfrutando del maravilloso regalo de la amistad.
FIN.