El Gran Juego de la Amistad



Era un día soleado en la Escuela Primaria Los Colores. Los alumnos de tercer grado estaban emocionados por el nuevo proyecto que su maestra Laura había preparado: un gran juego de equipo que fomentaría la amistad y la colaboración entre ellos. Sin embargo, había un pequeño problema. Nahuel y Valentina, dos compañeros de clase, no podían verse ni en pintura.

Nahuel, un niño travieso y lleno de energía, siempre había tenido una relación difícil con Valentina, quien era más tranquila y le gustaba trabajar sola. La rivalidad entre ambos era evidente, y aunque todos en la clase intentaban evitar que se cruzaran, la tensión aumentaba. La profesora Laura, al notar esto, decidió hablar con ellos.

"Nahuel, Valentina, necesitan aprender a trabajar juntos para el juego de la amistad. ¿Qué dicen?"

"¡Ni loco! Yo no quiero escuchar a Valentina hablar de cosas aburridas", dijo Nahuel, cruzándose de brazos.

"Y yo no quiero que Nahuel interrumpa todo el tiempo", respondió Valentina, frunciendo el ceño.

Laura sonrió y les propuso un trato.

"De acuerdo, ¿qué les parece si hacemos un pequeño desafío? Tendrán que encontrar una solución a un problema que se les planteará. Si logran resolverlo juntos, podrán disfrutar del juego en equipo".

Nahuel y Valentina se miraron, escépticos, pero intrigados. La profesora continuó.

"Tendrán que construir una torre con bloques que se les darán. Pero hay una trampa: sólo podrán usar una mano cada uno".

Se repartieron los bloques y todos los demás alumnos comenzaron a reírse de la dificultad. Nahuel, aunque dudoso al principio, intentó concentrarse.

"Bueno, si vamos a hacer esto, ¿podemos hacer un plan?"

"Sí, claro, ¡pero tú vas a seguir mis instrucciones!", dijo Valentina, comenzando a poner los bloques.

Los dos empezaron a discutir sobre la mejor forma de apilar los bloques.

"No, no, así se va a caer todo".

"Pero si lo hacemos más ancho, va a ser menos estable".

A medida que intentaban apilar los bloques, la torre se caía una y otra vez. Cada vez que lo hacían, la frustración crecía.

"Esto es imposible."

"No, no lo es. Solo necesitamos escuchar las ideas del otro," respondió Valentina, mirando a Nahuel.

Ambos se dieron cuenta de que tenían que dejar de lado sus diferencias. A partir de ese momento, comenzaron a comunicarse mejor.

"Vamos a poner los bloques más grandes en la base", sugirió Nahuel.

"Y los más pequeños arriba para que se mantengan equilibrados", agregó Valentina.

Después de unos intentos más, lograron construir una torre impresionante.

"¡Lo logramos!", gritaron al unísono, abrazándose.

La profesora Laura los animó.

"Veo que han trabajado juntos, ¡esto me llena de orgullo! ¿Qué aprendieron de esta experiencia?"

"Que podemos resolver las cosas si trabajamos en equipo", dijo Nahuel.

"Sí, y que escuchar al otro es muy importante", agregó Valentina, dándole una sonrisa a Nahuel.

Cuando llegó el día del gran juego de la amistad, Nahuel y Valentina se unieron al resto de sus compañeros. Esta vez, se miraron con complicidad, comunicándose y apoyándose durante todo el juego.

Al final del día, después de muchas risas, juegos y aprendizas, Nahuel se acercó a Valentina.

"Gracias por ayudarme hoy. A veces me cuesta colaborar, pero lo hice porque quise''.

"¡Y yo también! Eres un buen compañero, Nahuel. Creo que podríamos hacer el proyecto juntos la próxima vez".

Desde ese día, y gracias a su experiencia en la torre de bloques, Nahuel y Valentina se convirtieron en grandes amigos, demostrando que los conflictos pueden resolverse con comunicación y trabajo en equipo. Y así, el Gran Juego de la Amistad se convirtió en una lección inolvidable para toda la clase.

FIN.

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