El Gran Juego de las Figuras Geométricas
En un colorido y alegre jardín, vivían tres amiguitos: un Círculo brillante, un Triángulo nervioso y un Cuadrado fuerte. Cada mañana, se reunían bajo un gran árbol para jugar y aprender juntos.
Un día, el Círculo dijo emocionado:
- ¡Hoy vamos a jugar a un gran juego! Propongo hacer un dibujo enorme en el suelo con tiza de colores.
El Cuadrado aplaudió:
- ¡Me encanta la idea! Podemos utilizar nuestras formas para crear algo espectacular.
El Triángulo, un poco inseguro, se rascó la cabeza y dijo:
- Pero… ¿cómo vamos a hacer un dibujo si no sabemos mucho sobre nuestras propias formas?
El Círculo sonrió y le respondió:
- ¡No te preocupes, amigo! Podemos aprender juntos mientras jugamos. Propongo que cada uno de nosotros hable sobre su forma y cómo podemos usarla.
Entonces, el Círculo comenzó:
- Yo soy un Círculo, soy redondo y suave. Mi forma puede ser como una rueda, un sol o incluso como una pelota. ¡Soy muy divertido!
El Cuadrado le siguió:
- Y yo soy un Cuadrado, tengo cuatro lados iguales y mis esquinas son marcadas. Puedo ser una ventana o un ladrillo. ¡Soy fuerte y resistente!
El Triángulo, aún un poco inseguro, decidió hablar:
- Yo soy un Triángulo, tengo tres lados y me gusta pensar que soy muy especial. Puedo ser una montaña o una pirámide. ¡Soy fantástico también!
Los tres amigos se dieron cuenta de que cada forma tenía sus propias cualidades y que juntos eran aún más creativos.
Comenzaron a dibujar en el suelo: el Círculo hizo un grandioso sol, el Cuadrado dibujó una casa, y el Triángulo creó montañas. Mientras dibujaban, una nube se acercó curiosa.
- ¡Hola amigos! ¿Qué están haciendo? – preguntó la nube.
El Círculo respondió:
- Estamos dibujando formas en el suelo para crear un hermoso paisaje.
La nube sonrió y dijo:
- ¡Me encanta! Pero, ¿no se dan cuenta de que también necesitan un arcoíris?
Los amigos se miraron entre sí y decidieron que un arcoíris sería el toque perfecto.
- ¡Sí! ¡Quiero ser el arcoíris! - exclamó el Círculo, entusiasmado.
- Pero yo solo soy redondo, no sé cómo hacer un arcoíris – se preocupó.
El Cuadrado intervino:
- No hay problema. ¡Dibuja varios círculos de colores! ¡Recuerda que puedes combinar colores para hacer maravillas!
Entonces, el Círculo empezó a dibujar círculos de todos los colores que encontró.
Con cada círculo que dibujaba, el jardín se llenaba de colores brillantes.
El Triángulo también se sumó a la actividad y dijo:
- Y yo puedo hacer un fondo con mis montañas triangulares, ¡así parecerá que estamos en un cuento de hadas!
Así, juntos, crearon un paisaje mágico y colorido. Cuando terminaron, el jardín brillaba y la nube se fue contenta.
- ¡Miren lo que hicimos juntos, somos un gran equipo! - dijo el Círculo.
- ¡Sí! Cada forma es importante y juntos hacemos algo especial - agregó el Cuadrado.
El Triángulo sonrió y dejó atrás sus inseguridades, aprendiendo que cada uno aportaba lo suyo.
Y así, en ese maravilloso jardín, los tres amigos continuaron jugando y aprendiendo, creando formas y colores, y siempre juntos disfrutando de su amistad.
Desde ese día, el Círculo, el Triángulo y el Cuadrado se dieron cuenta de que cada uno tenía su magia, y que juntos podían crear cosas asombrosas.
¡Y así, la amistad y el aprendizaje se volvieron una hermosa parte de sus días!
FIN.