El Gran Proyecto de la Escuela



En la pequeña ciudad de Villa Esperanza, un grupo de adolescentes se preparaba para el gran evento del año: la Expo-Ciencia de la escuela secundaria. Entre ellos estaba Lucas, un chico curioso y un poco torpe que siempre tenía mil ideas en su cabeza pero le costaba llevarlas a la práctica.

"Chicos, tengo una idea brillante para el proyecto de la expo", dijo Lucas con entusiasmo.

"A ver, contá", respondió Sofía, su mejor amiga, con una sonrisa.

"Podemos construir un cohete que funcione con vinagre y bicarbonato", sugirió Lucas.

"¡Eso suena increíble! Pero vamos a necesitar un plan", agregó Javier, otro de los amigos.

Lucas se emocionó más y empezó a hablar sin parar.

"Sí, sí, un plan. Primero, tenemos que conseguir los materiales. Yo tengo un viejo tubo de cartón que podemos usar como base", dijo.

"Yo tengo un frasco de vidrio que puede funcionar para la reacción", sumó Sofía.

Así, comenzaron a planear. Sin embargo, a medida que se acercaba el día de la expo, Lucas comenzó a sentirse abrumado.

"Chicos, no sé si realmente lograremos hacerlo. Siempre tengo tantas ideas y nunca me salen como quiero", se lamentó.

"Pero esta vez estamos juntos, y eso es lo más importante", lo alentó Javier.

"Dale, Lucas, vos podés. Además, si no sale como imaginamos, siempre podemos aprender algo de la experiencia", agregó Sofía.

Lucas asintió, pero aún tenía dudas. A medida que seguían trabajando, se dieron cuenta de que el proyecto no iba a ser tan fácil. En un momento, el tubo se rompió y el frasco de vidrio se cayó al suelo.

"¡No! Todo está arruinado", gritó Lucas desesperado.

"No, no, no te desesperes. Esto es parte del proceso. Vamos a pensar en otra solución. Tal vez podamos usar un envase de plástico", sugirió Sofía.

"Sofía tiene razón, lo importante es no rendirse", dijo Javier.

Poco a poco, los amigos se fueron adaptando y modificando el proyecto. El día de la presentación llegó, y estaban nerviosos pero emocionados.

"¡Es hora de presentar! Recordemos, lo que importa es disfrutar y aprender", les recordó Lucas.

Subieron al escenario y empezaron a mostrar su proyecto. Al principio, tuvieron algunos contratiempos: el cohete no se lanzó como esperaban. Pero en lugar de rendirse, Lucas decidió contarlo como una anécdota.

"Sí, el cohete no voló, pero aprendimos un montón sobre trabajo en equipo y creatividad. ¡Y eso es lo que importa!", dijo con una gran sonrisa.

La audiencia aplaudió. Aunque no ganaron el primer lugar, se sintieron felices por lo que habían logrado.

"¡Lo hicimos!", exclamó Javier.

"Y lo mejor es que lo hicimos juntos", añadió Sofía.

"Sí, y aprendí que a veces los fracasos son parte del camino y no hay que tenerles miedo", concluyó Lucas.

A partir de aquel día, Lucas se sintió más seguro de sus ideas, y supo que lo importante no era siempre ganar, sino disfrutar el proceso y aprender de cada aventura.

Y así, entre risas y pequeños tropezones, aprendieron que la vida misma era un gran proyecto en el que siempre había espacio para seguir creciendo.

Fin.

FIN.

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